Diario de León

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La semana que viene cumpliré mis primeros 65 años y quiero aprovechar estos días que aún me quedan, antes de pasar del románico al gótico. Cada edad tiene su estilo, dicen los expertos. Me he impuesto hacer algo —o algos— que a partir del próximo lunes ya no me procederá hacer. Sí, pero ¿el qué? Voy a aprovechar cada minuto hasta entonces, cuando la respetabilidad me alcance, por mucho que uno corra. No me vale hacer una gran fiesta, eso ya se le ocurrió antes a Matusalén. En fin: adiós, románico, hola gótico. «Mi marido cuando cumplió los 95 se apuntó al Club Nudista de Lectura», me sugerirá esa bella lectora cuarentona que todos los columnistas de provincias tenemos. Ya, mente sana ‘in corpore sano’. Puedo leer trajeado o en bañador, en pijama o con escafandra, pero ¿qué le importa a nadie si lo mío es microrrelato o novela? Quiero hacer algo que nunca antes haya hecho y que pronto ya no procederá. Soy un hombre razonablemente satisfecho, si exceptuamos esto, eso, aquello y lo de más allá. Descarto todos los deportes de riesgo, como pintarle bigote a La Gioconda o hacer de blanco humano para un lanzador de cuchillos. Eso no me llama. El cuerpo sesentón me pide una última locura románica antes de entrar en la gótica. Sí, pero cuál. Uf. Algo se me ocurrirá.

La edad solo hace más sabio a quien ya apuntaba maneras, y no es mi caso. A Pitágoras se le veía venir desde niño. Pero al menos sí he aprendido esto: no debes reservarte para un hipotético futuro lo que deseas hoy hacer. No resulta realista decirme: «Cuando sea viejo escribiré Guerra y Paz ». Primero porque no sé ruso, segundo porque está novela ya está escrita, tercero porque no soy León Tolstoi. Y aún hay un cuarto y poderoso motivo: me mareo en trineo.

El románico no ha estado mal, pero entro en el gótico. No me quejo, lo importante es contarlo. Además, debe de ser precioso sentir que un rayo de luz te atraviesa y quedas convertido en vidriera. ¿Tiene el lector alguna sugerencia de última travesura para que haga antes del lunes? ¿No se les ocurre? Creo que volveré a leerme el Quijote. Y quizá hasta ordene mi despacho. Me quedan seis románicos antes de adentrarme en el gótico. Algo se me ocurrirá; a mí, o a mi mujer.

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