Diario de León

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Ah, octubre, cervantino vienes. Hace unos días, conversé con el joven leonés Pedro González, nuevo director del Museo Casa Cervantes, en Valladolid, sede ubicada en el edificio en que este vivía cuando salió publicada el primer Quijote (1605). Nuestro paisano es ponferradino, estudió en el instituto Álvaro de Mendaña y luego Historia del Arte en la Universidad de León. Y vaya si le cundió. Pese a su juventud tiene ya una sólida trayectoria profesional, sabe que ni siquiera una gestión eficaz es suficiente cuando trabajas con oro. León y Valladolid quedan menos lejos si las hacemos más cercanas, pues aunque las ciudades pueden tener distancias derivadas del kilometraje, las personas podemos elegir no tenerlas. Pedro con su amabilidad inteligente las elimina. Que el buen Cervantes le guie. Sigamos. Hoy José María Merino impartirá en Cuenca la lección inaugural del congreso internacional La Mancha que recorrió de don Quijote, organizado por la Universidad Menéndez Pelayo y la Universidad de Navarra, con numerosos respaldos. «Cree en tus sueños y lucha por ellos», ha titulado Merino su intervención. Don Quijote habría asentido. Este juglar de columnas les hablará de Entrevista a Cervantes, de su salto de los escenarios al libro, gracias a la Universidad de Oviedo. Marta me avisa: «Mucho ojo con la delegación conquense de la Academia de los Nocturnos. Y no te juntes con Avellaneda». Contesté: «Tranquila, coordinan Mata, Escudero y Romero». Buena gente.

Leo en la revista digital Todo Literatura un artículo de Krzysztof Sliwa, con el título Dios, inspirador del Quijote. No es una afirmación sorprendente para un católico. En literatura existe el gran logro, pero también el milagro, si bien estos son menos frecuentes. Todo es misterioso. ¿Acaso nuestra Catedral de León es solo arquitectura grande? Pero este tema merece una columna entera. Otro día.

Ay. Octubre dual. El horror sembrado por Hamás me lleva a escribir un correo solidario y afectuoso a Ruth Fine, nuestra presidenta en la Asociación de Cervantista, catedrática en la Universidad Hebrea de Jerusalén, quien enseguida me lo ha contestado. No hay distancias en las humanidades, ni en la humanidad. Y Cervantes es catedral que hermana.

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