Diario de León

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Dicen que la sociedad está cada vez más polarizada. Yo creo que cada vez hay más expertos.

El mundo gira y van pasando cosas. Unas transcurren sin pena ni gloria y otras son noticia. Algunas, incluso, se convierten en debate nacional. En la mayoría de casos, aquello que despierta acaloradas discusiones de Twitter, WhatsApp o barra de bar casualmente corresponden a las agendas de unos u otros partidos políticos. Normalmente (y digo normalmente porque hoy en día hay quien cuestiona hasta el color del cielo), un debate lo es porque no tiene fácil respuesta. No obstante, cuanto más aumentan las discusiones, mayor número de afirmaciones categóricas se aseveran. ¿Por qué? Porque cada vez hay más expertos.

Pase lo que pase, un crimen, una pandemia, una guerra... habrá un experto en leyes, que también es experto en epidemias y en el conflicto ruso-ucraniano o el palestino-israelí. Hay expertos en economía, en historia, expertos en China, Trump y terraplanismo, en salud deportiva y mental, expertos en criptomonedas, en inflación, en vacunas, en crímenes sin testigos... que también son expertos en lo que es y no es constitucional, en lo que es y no es democrático.

Cada semana, con cada debate, muestran su amplio conocimiento en toda materia. Pero primero, cuando irrumpe la problemática que opaca a las otras muchas anteriores (ya superadas, olvidadas) hay un breve silencio. Es el momento en el que los expertos van corriendo a buscar entre sus opinadores e informadores favoritos, en las redes sociales y en algún que otro medio de comunicación, para que les den unas palabras y así saber cómo pensar. Y siempre piensan como lo hace una cuerda ideológica, la suya. Suelen ser píldoras, a golpe de tuit, conceptos inventados o adaptados, tecnicismos o anglicismos (el último ‘lawfare’). Los políticos de ahora son expertos en generarlas, en hacer discursos de 280 caracteres. Y muchos periodistas, que tendrían que ser expertos en ser humildes y en preguntar a todas las partes del conflicto, se convierten en expertos en diseminar ese puñado de palabras.

Me gustaría preguntarles a los expertos su opinión sobre el tema del día antes de que les digan cuál es su opinión, contrastar lo que hubieran dicho con lo que finalmente dicen cuando se ponen a discutir. ¿No serán expertos en pelearse?

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