Diario de León

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Confiese, lector, usted lo que querría es hoy que escribiese sobre la no boda. Ya, pero en esta columna los temas están sujetos al derecho de mi admisión. Aquí solo escribo sobre lo que sé o barrunto. Y si algo caracteriza a los asuntos de los que todo el mundo habla es, precisamente, que nadie tiene algo que decir… salvo los interesados y son quienes callan. Y sí, ¿qué sabe uno los motivos que le llevaron al torero a anular su boda media hora antes de disponerse a celebrarla? ¿Voy a saberlo solo porque viví 25 años en el madrileño barrio de Las Ventas? ¿O porque de chaval me gustaban las banderillas y ahora me gusta el rabo de toro encebollado? Poca  auctoritas  es esa. También en el Quijote hay personajes que dan la espantá. Me niego a escribir sobre la no boda, ni aunque usted se encadene en mi portal. No es no. Hombre, algo me suena. Al parecer, el matador siguió la recomendación del sacerdote y asesor espiritual. A veces, el secreto es que no hay secreto. Nadie es perfecto, como dicen en el final de Con faldas y a lo loco. Digo esto no por asociación de ideas, sino porque me sirve para enlazarlo con que he ido a ver  Napoleón , de R. Scott. Dicen que es sobre todo una historia de amor, pero la verdad es que Cupido no aparece, solo Marte. Fui con mis amigos Javier Tascón, Antonio Toribios y Miguel Paz.

Se nos muestra una época y unas batallas muy bien filmadas, pero no encontré al líder militar, ni su carisma. Solo un morugo, que decimos en León. No se puede —o no se debe— hacer hoy una película histórica y bélica que obvie lo que  Senderos de gloria  (1957), la japonesa  La Condición Humana  (1959-61) o  Apocalypse Now  (1979), entre otras, nos enseñaron sobre el horror. Scott está también desde hace décadas en la historia del cine, pero su Napoleón tiene verdad visual y le falta la humana. Un rotulo último informa del número de muertos que provocó cada batalla. Algo es algo.

Nuestros asientos temblaban con los cañonazos, es recurso técnico para darle más realismo al sonido. Pregunté a Tascón: “¿Tenemos retortijones al unísono… o aquí debajo hay un tabor de granaderos?”. Vayan a ver esta buena película fallida, aunque no salga Cupido, solo el dios Marte. Eso sí, mi compañía inmejorable.

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