Diario de León

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La palabra española del año, en pleno siglo XXI, es polarización. El asunto invita a que se enciendan todas las alarmas. O quizá hace tiempo que están prendidas y sólo se trata de verbalizar la realidad.

Sí, sin duda, están prendidas por ese afán de alumbrar lo que interesa y de apagar lo que no. Nada mejor para hacerse una idea de esa polarización con lo que está ocurriendo en todo tipo de recintos políticos, donde literalmente se llega a las tortas, esa fase que todos deberían condenar y no solo cuando las reciben los afines. Como en tantos asuntos, no es lícito polarizar. Quedarse con lo que interesa y encubrir o minimizar lo que no respalda el discurso propio.

En ese asunto polar también parece necesario acordarse del frío. Ese que llevó no hace tanto tiempo a que se persiguiese por la calle a más de un diputado al grito de ‘asesino’ por aquello de que la llamada entonces pobreza energética estaba matando a las personas en España. Ahora la luz es infinitamente más cara. Pero hubo apagón de aquella campaña. El mismo aplicado por muchos a la que probablemente es la novedad gubernamental que más les va a afectar. Sube la luz un 5%. Y también el gas, otro 5%. Ambos para llenar las arcas del Estado recuperando cuotas del IVA que se habían rebajado para frenar el impacto de la energía en las familias con mayores problemas para llegar a fin de mes. Y eso sin acordarse de las empresas a las que castiga en mayor medida el consumo de electricidad. El panorama futuro, con un Gobierno que hiperrecauda al no adaptar los impuestos a las realidades de los precios a pesar de los avisos, es que se prevé para el gas otra subida del 11% para resituar el IVA en el 21% en el que estaba. Una auténtica bomba de relojería que les estallará a muchas familias en el invierno 24/25 y que no tendrá nada que ver ni con guerras ni con mercados internacionales... Será para recaudar más.

Con esa entrada de dinero se pagarán las otras medidas. Algunas muy buenas, aunque la realidad es tan cruda como el frío de estos días. Dicen los economistas que la inflación es el impuesto a los pobres. Penalizar la energía —luz y calor— para subvencionar ciertos asuntos no parece muy social. Además, con ‘tarifas planas’, café para todos. Recuerda la ayuda a la natalidad que implantó Zapatero. La misma para todas las familias. Incluidas las de Botín o Amancio Ortega.

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