Diario de León

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Ya está en plancha la segunda edición de los alemanes que escapan del monstruo que crearon en la Unión Europea, despavoridos ante el apetito insaciable del invento de colocar a psicópatas y sociópatas que se han dedicado los últimos 20 años a legislar sobre la involución. Y la destrucción de occidente, que es lo que se ventila en las acciones legislativas de las que han obligado a defenderse al sector primario de la primera potencia económica europea, como hace un año revolucionó a los Países Bajos, también en las urnas, y antes de que acabara 2023 dejó estampas retadoras en Francia, con volquetes de estiércol en las escalinatas de las mansiones de los comendadores. A Olaf Scholz, que se presentaba como el nuevo Willy Brandt de la socialdemocracia y el estado del bienestar, le aprieta la corbata y el zapato al punto de empezar a soltar lastre, como eso de dejar de subvencionar enchufes y cargas para el coche eléctrico y mantener los salmos del gasóleo en los propósitos de la movilidad. Casi todo lo que les pase a los alemanes malotes que nos han empujado a este vértice de muro del sur les está como Dios, por justicia poética, incluidas aquellas alusiones de Putin en las vísperas de la invasión de Ucrania, cuando se choteó de las dudosas intenciones de los bávaros de cortar árboles para calentarse el culo en enero. Ya llegó el invierno, también en Alemania, para saldar cuentas de los excesos de las primaveras de las ensoñaciones de los colorines beautiful en el jardín de los osos amorosos. El oso está en Berlín, azuzado por la presión fiscal casi confiscatoria, aunque más suave que en España. Las gasolineras del país, en solidaridad con la revuelta, muestran los precios del combustible sin la intervención del saqueo. Ya saben ahora la razón por la que los medios de comunicación al servicio del señorito del poder en España no ofrecen un minuto, una línea, de los miles de labriegos y tractores, prietas las filas bajo la puerta de Brandemburgo. Cómo estará la UE para acabar con la paciencia alemana, que en el cambio de Marco por Euro salió airosa. Los señoritos de la burocracia tienen miedo de que se extienda el desencanto, por ese mismo expolio que en León ha marcado a la generación de los milenials.

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