Diario de León

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Toca semana de recoger los aparejos navideños. De devolver la normalidad a las casas. Y afloran en las cajas las hojas amarillentas de periódico que durante los próximos meses protegerán las figuras de los nacimientos en los trasteros. Esas que permiten un fugaz viaje en el tiempo, en ocasiones incluso de décadas, rememorando fechas y episodios que reverdecen. En casa, las más veteranas páginas del Diario nos devuelven cada Navidad a 1997, literalmente a otro milenio, cuando mi cuñada —muy diestra con los pinceles— nos pintó un belén de escayola de gran tamaño, que hasta tuvo que pagar ella, ya que los aprietos de aquellos tiempos, intentando comprar un piso, no daban para excesos ni siquiera en tan señaladas fechas.

La relectura de esas páginas amarillentas permite ver la botella medio llena o medio vacía. Como suele ocurrir en casi todos los ámbitos. Pero resulta llamativo percibir cuánto han cambiado las cosas en esta provincia en un cuarto de siglo. Se percibe una especie de inversión de prioridades y protagonismos pero con una premisa inevitable: cada vez a menos, a menos...

Quizá en todo esto haya mucho de meterse el dedo en el ojo unos a otros. De autocomplacencias, de mirar con envidia al de al lado sin hacer nada, de cobardías, de apatías, de lamerse mutuamente las heridas intercambiado parabienes y medallas a no se sabe bien qué honores...

Por eso, resulta alentador cualquier intento por torcer esa inercia hacia el precipicio. Es esclarecedor de lo ocurrido que, a estas alturas de milenio, suponga una novedad que Ponferrada intente crear un Centro Integrado del Ecosistema de Innovación y Emprendimiento para ayudar a estudiantes y empresas. Tras tantas transiciones a no se qué, planes oeste, contra la despoblación, Miner, del carbón... Con tantos millones y millones de euros dilapidados en museos a mayor gloria de los buenos tiempos, y de emplear instalaciones heredadas, por ejemplo de Endesa, como escenario de flamenco (sí, han leído bien, no es un error). En el supuesto epicentro de la muerte del carbón y la energía, donde pronosticaron que los perros se atarían con doble vuelta de longaniza y que el calvo de la lotería venía cada segundo día... Cero patatero en proyectos de TIC, de nuevas tecnologías... de las que nadie se había acordado en Ponferrada y El Bierzo... que debe reverdecer... para salir del amarillo que dejó el final del carbón y las térmicas...

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