Diario de León

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Con el ejemplo de San Pablo, Pedro Sánchez ha fiado su mensaje redentor al éxito de escribir cartas. En una semana ha redactado dos. La primera a los ciudadanos en general, para anunciar que se cogía por adelantado el puente, y la segunda a los militantes del PSOE para agradecerles que le hubieran guardado la ausencia con arrobo y escenificación de golpes de pecho en las calles que para sí quisiera Kim Jong-un. Entre medias, durante cinco días, el presidente del Gobierno interpretó un melodrama en el que no faltó ni un ingrediente siquiera de los que aplican los guionistas de Netflix para copar audiencia: el manejo del tiempo de la intriga con el cebo de su posible dimisión; la presentación maniquea de un poder malvado que conspira, formado por la oposición política, jueces y periodistas; la idealización de un héroe cuyo papel se reserva y que encarna el bien; e, incluso, la lucha por el triunfo del amor. No podía terminar mal, aunque depende a quién se le pregunte.

En espera de que vuelva a escribir, no sabemos ahora si a los catalanes, a los vascos, a los de León o a los adefesios, como San Pablo, la segunda temporada promete. El cebo quedó puesto con su discurso público, sin preguntas, en el que avanzó una lucha por la regeneración democrática que tiende el cerco al poder judicial y prepara la justificación del control previo de las informaciones para evitar los bulos. Pese a que canta el deje despótico y prologa a un tirano, el tráiler ha sido acogido por amplios sectores de la propia prensa con anhelo de que por fin se tomen medidas, como si el Código Penal no tipificara ya los delitos contra el honor, la intimidad y la propia imagen. En frente, el PP, que ya en 2017 esbozó un intento similar de patrullar los medios, reclama la libertad de expresión que luego ataca, por ejemplo, en Madrid, e intenta amordazar más cerca. Al coro de los paladines de la prensa libre se suma hasta Vox en defensa de la verdad, aunque sólo la suya, como ha demostrado con la ayuda del popular Alfonso Fernández Mañueco en la Junta al promover una Ley de Concordia que acalla las alusiones al franquismo y atenta contra la legislación sobre derechos humanos, según alerta Naciones Unidas en su declaración. La letra mata, mas el Espíritu da vida, como les avisó San Pablo a los corintios, antes que Pedro a los socialistas. En este auto de fe, hay quien está dispuesto a creerle con la ilusión de que les salvará.

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