Diario de León

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La obsesión entomológica de los partidos por el concepto de la España vacía nos ha metido en mitad del laboratorio político. La suma de los indicadores demográficos de pérdida de población, tasa de ocupación y progresivo envejecimiento que percuten sobre la provincia desde casi 40 años han terminado por convertir a León en el cuerpo idóneo para que las formaciones nos exhiban como bicho de experimentación. La obsesión por el disputado voto del señor Cayo se ha desplazado de las aldeas más remotas a regiones enteras como la leonesa por el mismo abandono progresivo que primero migró la mano de obra a las ciudades y luego la concentró en el eje de desarrollo de Palencia-Valladolid-Burgos, en la conurbación infinita de Madrid, en el País Vasco, en Cataluña, en el arco mediterráneo... La tierra muerta que rodea las islas de progreso llama ahora la atención de los estadistas, alarmados por la aparición de plataformas que amenazan con aglutinar los apoyos a ejemplo de Teruel Existe para exigir los escaños en el Congreso de los Diputados que no les representan. En esa obsesión, el PP desplazó estos dos últimos días a la ciudad a sus presidentes provinciales, más toda su corte de pensadores y turiferos, para debatir sobre las coartadas que colocarán en el programa de las elecciones municipales, que se avecinan a la vuelta de año y medio, y las autonómicas, que quizá aquí se adelanten, pero sobre todo con la urgencia de construir un discurso para la cita de las generales que quedan al fondo de 2023. Nada más hubo. Sólo un decorado: un escenario huero con figurantes atentos al gesto del regidor para batir las palmas.

El encuentro sirvió al menos para que el líder nacional de los populares descubriera una especie nueva. Pablo Casado propugnó «el castellanoleonesismo útil que no confronta con nadie». El hallazgo desvela la existencia, por oposición, de un castellanoleonesismo inútil del que tenemos prueba en los últimos 38 años y nos acomoda en la aceptación de un marco territorial sin discusiones. La arcadia popular, como la socialista de Tudanca y Sánchez, nos promete una descentralización que, por el momento, ha iniciado Alfonso Fernández Mañueco con la elección de León como sede de su congreso autonómico. Qué importantes vamos a ser. Aunque sólo se trate de convertirnos en campo de batalla. Casi es preferible que no vengan. Estamos mejor solos.

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