Diario de León

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Pra Pedro Sánchez son un incordio las instituciones del Estado que no están dispuestas a ponerle una alfombra roja para que desfilen con pompa sus políticas. ¿Qué es eso de que haya “vengativos” que ponen piedras en el camino del presidente? El Tribunal de Cuentas está ahora en el punto de mira del independentismo, y el sanchismo debe cortar de raíz ese nudo gordiano si no desea que peligre la continuidad del jefe. Para contentar a ERC hay que atar las manos al fiscalizador, que se niega a empujar a favor de la “concordia” actuando contra más de cuarenta ex altos cargos y funcionarios de la Generalitat por desviar fondos públicos. Carles Puigdemont, Oriol Junqueras o Artur Mas son algunos de ellos. Palabras mayores. A los santones de la ruptura con España les quieren meter la mano en el bolsillo para que paguen los dineros de todos que utilizaron mal. ¡Qué osadía!

A tanto llega esta disposición a “intervenir”, que sobre la mesa de Sánchez, a la espera de que lo señale con su dedo índice, hay un documento para cambiar el sistema de renovación de los doce consejeros del tribunal, cuyo mandato, tras nueve años de permanencia en el cargo, concluye casualmente este mes de julio. Se trataría de cambiar la mayoría de tres quintos del Congreso por la mayoría absoluta y así “ocupar” el organismo. Poco importa aquello tan higiénico, democráticamente hablando, de que las reglas deben sobrevivir a los gobiernos de turno. Sánchez, como ya hiciera con el Consejo General del Poder Judicial, está dispuesto a seguir cavando el hoyo donde entierra institucionalmente a España. En ello le va que el independentismo siga suministrándole el oxígeno que le permite respirar políticamente.

Además, como ocurre con casi todo en estos últimos años, el guión oficial de La Moncloa busca cargar la culpa al PP. Sin embargo, en Génova 13 parece que lo tienen muy claro: “Como entremos en los tejemanejes del Gobierno saldremos mal parados”, aseguran. Pablo Casado ya actuó con acierto al sacudirse de encima la propaganda gubernamental y el sambenito de “derecha abonada al bloqueo” cuando se mostró dispuesto a renovar todas las instituciones pendientes. Eso sí, bajo el escrupuloso respeto a las normas. En otras palabras, sin debilitar la integridad de la democracia. Sospecho que los nuevos apremios al líder popular caerán en saco roto. Advertido, desde luego, está: La Moncloa, en otro acto cargado de sectarismo, engrasa su maquinaria de picar carne contra el Tribunal de Cuentas.

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