Diario de León

Antonio Manilla

Nivel de crispación

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Cada vez son menos las corrientes de simpatía «espontáneas» en las redes: un síntoma, me parece, de la crisis larvada que ya estamos padeciendo. Antes de los tsunamis o de los terremotos, a los animales les da por comportarse de maneras extrañas, prefiguradas por la necesidad imperiosa de huir, pues sus sentidos perciben la amenaza. Nuestros animales de compañía ya no van al veterinario: son las redes sociales. Cualquier desgracia venidera tendremos que aprender a advertirla en su comportamiento. Y que ya no se produzcan «súbitas» cadenas, por ejemplo, de maravillosas inversiones para hacerse millonario en un par de clics o de apoyo a esa pobre familia que necesita un riñón para su hijo, me parece un síntoma de que nos estamos volviendo hacia dentro, fortificándonos en nuestro interior ante lo que se avecina fuera, porque aunque aún no jarrea ya orvalla.

La capacidad predictiva tampoco necesita Big Data, a poco que uno no mire la ideología de sus amistades virtuales: con algo de atención, cualquiera ve en las redes que el país se está polarizando, las broncas guerracivilescas han vuelto, cada bando agita sus banderas casi idénticas con el mismo brío y furor que si les fuera la vida en ello. Esperemos que no les llegue a ir de verdad jamás, porque no estamos para perder más gente que la que ya se ha llevado el virus que surgió de China.

Rebajar el nivel de crispación de alguna manera, que se decía durante la Transición, me parece que es urgente. El país está irritado. No parece sencillo, por las limitaciones sociales de la pandemia, salir de este estado de rencores latentes con una solución colectiva. En condiciones normales, uno propondría la música, ese lenguaje universal y apolítico, pero sin pistas de baile y enlatada no es lo mismo. Para la rabia que no está producida por la plaga, individualmente, sí podemos hacer cosas: pensemos lo que pensemos de la bordería que acabamos de ver o leer, dejémosla de lado, hoy una y mañana dos y así. Los troles o frustrados en línea, que vomitan su fracaso sobre los demás, son muchos y no hay nada mejor que no darles carrete: su odio se alimenta de eso. Que pasen hambre y sed. Usted se sentirá mejor. Con la mascarilla y el hidrogel a mano, intentemos que no sea un campo de batalla: hagamos una red mejor.

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