Diario de León

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La generación boom inauguró el 8 de septiembre de 1978 el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), el tributo por las rentas del trabajo y el ahorro. Una promoción nacida entre los años 1950 y 1975, en pleno auge económico que desperezó y obligó a desempolvar de las estanterías los registros diezmados por la muerte y la pobreza. Somos una legión de unos once millones de personas en España, una avanzadilla entre dos culturas, la heredada de los mayores con sopas calientes, rezos, nanas y vigilancia de la moral, y la que rompía con los moldes y miraba al futuro con la vista puesta en otros países con ejemplos de vida hasta ese momento inalcanzables. Esta generación ha logrado convivir con la mochila heredada y con la ilusión y conciencia suficiente para abrir nuevos caminos y que, sin embargo, en la mayoría de los casos, llegó tarde para disfrutar de los avances por los que luchó, como la supresión del servicio militar obligatorio, la ayuda a la atención de personas dependientes, los permisos de lactancia, de paternidad, excedencias remuneradas para el cuidado de menores enfermos, la anestesia epidural para parir...

 

Esta generación llamada baby boom inauguró el pago del IRPF y ha sido la gallina de los huevos de oro para el sistema público

 

Entró en tropel en las universidades y se involucró con el feminismo, el ecologismo, el pacifismo, la lucha por el reconocimiento de los derechos LGTBI, el divorcio, el aborto y las píldoras anticonceptivas. Abandonó los pueblos a los que se hurtaron las oportunidades y llenó las ciudades de colores y distintos acentos con sueños como panes, pero también sufrió de forma directa o indirecta la pandemia de las drogas y el sida. Esta generación a la que ahora el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, califica de «muy ancha» y señala como diana para el recorte de las pensiones, es ahora tan «ancha» como antes, cuando aportaba con sus nóminas, fiscalizadas y controladas, la financiación de las necesidades públicas. Un boom de progreso que también llega tarde a su propia jubilación con el anuncio de recortes que obligan a elegir entre susto y muerte.

Que el sistema de pensiones es insostenible, tal y como está planteado, es una realidad incuestionable desde hace año, pero ahora se señala a toda una generación como perjudicada por las decisiones que los que gobiernan las cuentas públicas no han gestionado a tiempo, tranquilos como estaban porque la gallina de los huevos de oro rendía lo suficiente para mantener a todo un sistema. Ahora, según se le escapó al ministro, deja de ser rentable al acercarse la edad de jubilación. «Ancha» es esta generación, sí, y también larga, y con cintura suficiente como para seguir peleando. Este «pequeño ajuste» del que ahora se desdice el ministro porque al parecer se le entendió mal, está ya en marcha. Al final, las pensiones serán sólo para los muy ricos que no pagan impuestos.

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