Diario de León
Publicado por
Natalia de Celis
León

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Me pregunto si las cosas se pueden hacer peor. Me pregunto si el hecho de que el dinero les llegue del cielo a las administraciones locales activa un sentimiento parecido al de esos concursos donde te toca un premio que consiste en gastar 10.000 euros en un día en unos grandes almacenes, y sin tiempo para pensar, el ganador compra compulsivamente todo aquello que está a su alcance por el mero capricho de que es gratis. Eso es lo que parece que ha ocurrido en la ciudad donde me he criado. Desde la lejanía que supone el exilio al que me veo abocada por la falta de oportunidades laborales en León, me sorprende comprobar en una de mis visitas al domicilio familiar, cómo se ha transformado el urbanismo leonés. Claramente a peor por supuesto. La avenida Fernández Ladreda, que ha sufrido una gran densidad de tráfico durante décadas, ha sido remodelada. Bueno, o sería más correcto decir destrozada. Es una auténtico insulto a los vecinos del barrio. De repente, las molestas obras han derivado en una renovada vía de un sólo carril útil al tráfico y en una enorme rotonda a la que se le ha vuelto a colocar señalización semafórica. Un estrechamiento en la funcionalidad viaria que parece pensado para reducir la velocidad de los vehículos. Pues si esa era su intención, el objetivo se ha cumplido. Ahora se retiene al tráfico y se consiguen unos flamantes atascos. Por otro lado, la acera se ha ensanchado pero los viandantes tienen menos espacio que antes. Para colmo de males se han eliminado todas las plazas de aparcamiento de uno de los laterales sin ofrecer otra alternativa. Así, de sopetón, o sería mejor decir con nocturnidad y alevosía. Ni siquiera se pueden detener los vehículos para la bajada de viajeros o la descarga de equipajes en los portales. Pero eso sí, se nos han colocado unas preciosas macetas en la mediana cuyo diseño de proyecto parece elaborado con un cuidado al estilo de una a una lado y la siguiente al otro. Pero cómo quejarse, menudo insulto al concejal de urbanismo. Pero si los vecinos deberían estar agradecidos , ahora pueden montarse en un bicicleta e ir avenida arriba y avenida abajo cual ciudadanos europeos, con ese esmerado carril bici que incluso tiene doble sentido. Pero bueno, si ahora tienen unas preciosas paradas de autobús en el medio de la nada, ahora tienen unos coquetos contenedores de la basura que parecen colocados a mala idea ante cada uno de los portales de la calle. Para qué se les iba a ocurrir soterrarlos cómo hacen en otros ayuntamientos vecinos como en el de Oviedo. Para qué. Así es como termina todo, para qué seguir escribiendo... Natalia de Celis Periodista

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