Diario de León
Publicado por
Jose Luis Redondo Martínez
León

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Dos noticias desconcertantes en el mismo día. El hombre más buscado en la última década cae abatido en una operación secreta. El cuerpo del "líder" es arrojado al mar desde la cubierta del barco y ahí comienza la polémica. Se pregunta el periodista sobre el derecho de cualquier hombre a un funeral según sus preceptos.Congresistas, estudiosos, hombres y mujeres opinan sobre si el hecho contradice o no la sharia ley islámica. Diez años atrás el combustible de los aviones al estrellarse contra las torres gemelas produce tal infierno que, de las más de tres mil personas que allí perecieron, cerca de un millar aún no han sido identificadas. Pocos días después el "líder" afirmaba estar muy contento con el balance final de víctimas. Los cuerpos de esos mil inocentes se esfumaron como el fósforo de una cerilla. En el monolito de mármol in memorian colocan sus nombres y apellidos en letras de hierro. Allí acuden sus familiares cuando reúnen el valor necesario. Pulverizan líquidos y pasan un trapo, sacando brillo a las letras que conforman lo único que les queda de su hijo, de su novia o de su padre. En la misma portada del mismo diario… tras treinta años de prisión excarcelan al último etarra, sin que manifieste el más mínimo arrepentimiento. Regresa a su tierra y la comitiva de herri batasuna, amigos y vecinos le reciben en la plaza. Entre aplausos, dos niñas le entregan unas flores y un joven de blanco le baila el aurresku. Él camina altivo por sus calles, y responde a los goras de algunos que le reconocen. El "héroe" está en casa. Treinta años atrás dos jóvenes regresaban de jugar al fútbol. Sin sospecharlo, uno de ellos golpeó una mochila colocada intencionadamente por el "héroe". Cae uno de ellos muerto al instante con la detonación. Su amigo, aunque con vida, arrastra hasta hoy las secuelas. En una décima de segundo su vida se descompone en miles de piezas de un puzle que no hay fármaco ni terapia que lo reconstruya. Él se esconde en casa, no camina por las calles más que lo necesario, y desconfía de cada bolsa en el suelo, de cada paso que da. Las víctimas de allí y aquí son parecidas. Lo que para mí son dos noticias desconcertantes, para ellas es herida abierta. Si perdemos el punto de vista de las víctimas, algunos artículos son sal en esa herida. Ellas leen allí y aquí los diarios y tragan saliva con sabor a hiel preguntándose por el mundo en el que viven… Honor y gloria, funeral digno para el asesino. Silencio y olvido, ausencia para las víctimas. Chelu

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