Diario de León
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Me dirijo a la publicación de su digna dirección en la seguridad de que, dada su acrisolada imparcialidad y dada la relevancia del asunto en que peligra la conservación de una de nuestras tradiciones, publique mi opinión en la sección “cartas al director”. El motivo de mi escrito es la respuesta por alusiones, como católico de la Iglesia militante, al obispo de León Julián López (apeemos tratamientos hasta merecerlos), por cuanto se ha permitido el negar la participación de fieles, con sus objetos de culto y alabanza en la procesión del Corpus Christi, no digo decisión precipitada, pues (presuntamente, por favor...) desde su llegada a León en la primavera de 2002 la tenía en la recamara, sino ladinamente premeditada (idem presunta, etc ...) y en contra de la fé y las buenas costumbres. La fiesta del Corpus Christi no es sino la celebración de la alegría por la eucaristía. Según el catecismo de la iglesia católica la eucaristía representaría un signo de unidad, vínculo de caridad y banquete pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da prenda de la vida eterna. Pues bien, al Obispo (miembro preeminente de la Comisión de liturgia) le parece que solo unos de entre los fieles tienen derecho a celebrar este festejo y a otros les excluye expresa y deliberadamente de tal celebración. La Iglesia militante forma parte del cuerpo místico de Dios y al no poder ser desgajada de él, como tal debe participar. “Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu”. (Epístola de Pablo a los Corintios 12,13). No es cabal expulsar de una celebración Eucarística a personas y objetos bendecidos sin ofender a Dios. ¿Por qué disminuir el número de los que le alaban?. Dice el evangelista Mateo (c18;19/20) “Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. Siempre ha minifestado la Iglesia la importancia de la oración en común. Julian López, como el más indigno de desatar las sandalias de El Maestro, te invito a la reflexión desde la humildad, que la soberbia no te venza, y más en estos tiempos de aflicción. Recuerda tu compromiso: “Et nunc effúnde super hunc eléctum eam virtútem, quae a te est, Spíritum principálem, quem dedísti dilécto Fílio tuo Iesu Christo, quem ipse donávit sanctis Apóstolis, qui constituérunt Ecclésiam per síngula loca, ut sanctuarium tuum, in glóriam et laudem indeficiéntem nóminis tui.

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