Diario de León

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Vaya ambientazo que había este fin de semana por León. Y eso que el sol apenas ha calentado este rostro en el trayecto para ir y volver a la redacción. A la tal Díaz Ayuso también le calentó el lorenzo, aunque tal vez demasiado: hasta el Parlamento de Navarra le ha pedido una rectificación por su paletería. Seguro que se disfrazó, antes de quemarse del todo, de avestruz para aprovechar el carnaval y esconder el cabezón bajo tierra después de la que ha liado, por mucho que ella diga que es mentira. A buen entendedor...

Entre tanta abulia de la clase política, la plebe se tira al bar. Allí donde se puede beber y comer y los problemas quedan olvidados. Normal entonces que estuviera a rebosar el casco histórico, que se ha convertido en el motor de una ciudad de fin de semana y que cada vez recibe más turismo. Todo a cuenta de la hostelería. Precisamente ayer se conformaba una mesa para negociar el convenio de los hosteleros. Un sector integrado por más de 10.000 trabajadores y 3.500 empresas. Casi nada. Que en su día le llamara lobby no quita para reconocer que es un pilar fundamental de la economía leonesa y, aunque fuera de esta frontera está muy bien valorado, a veces a los de dentro se les olvida de su vital —en su primera acepción de la RAE— trascendencia. También a veces la sociedad habla del camarero con un menosprecio que ni por asomo hace justicia a la realidad. Por convenio, los camareros de la provincia ganan más dinero que los que trabajan en Madrid o en Málaga —por mucha playa que tenga—, y ese mínimo es el mismo en frente del Jardín del Cid y la Catedral que en la plaza del Grano de Mansilla de las Mulas. Por ello en esa negociación —integrada por la Federación Leonesa de Empresarios y la Asociación de Hostelería y Turismo, que tendrán que vérselas con UGT y Comisiones Obreras— habrá una parte que buscará mejorar las condiciones de los trabajadores eludiendo a toda costa una subida del sueldo, ya que muchos bares alejados del centro no están para tirar cohetes; y otra que reclamará el incremento salarial y la recuperación de la cláusula que ajusta su ascenso al IPC, por un lado, y, a mayores, el rotundo cumplimiento de lo que acuerden.

A los jóvenes que se niegan a abandonar la tierrina y que carecen de ofertas en lo suyo, no les queda otra. El marco de este nuevo convenio habría de considerarse una oportunidad para hacer bien las cosas, profesionalizar y elevar el nivel de los distintos puestos y que los chavales miren con orgullo el oficio de estar detrás de la barra. Con los mismos ojos que Ubaldo desde su Cafetín. Aunque la noche leonesa que él vivió era una muy distinta a la de ahora, cuando el tasquero podía ser tu padre, tu banquero y hasta tu guardaespaldas. De esa noche ya hablaremos otro día...

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