Diario de León

Cambiar el cuento

El baile del ahorcado. "Alaska, Concepción Arenal, Rosalía, Gloria Fuertes, María de Estrada, las hermanas Touza… cambiaron la historia y, lo que es más importante, el cuento, ese relato que durante generaciones se nos grabó a fuego y cuyo argumento siempre era el mismo: No eres real si un hombre no te quiere

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El ‘destape’ feminista ha logrado sacar de la oscuridad a miles de mujeres cuyo talento, genio y determinación habían quedado en la sala de espera de la historia. Esta semana, presentaban la obra coordinada por Charo Marcos No me cuentes cuentos. El libro reúne la vida de cien heroínas que ayudaron a que el mundo progresara y cuya labor fue solapada por su género. Alaska, Concepción Arenal, Rosalía, Gloria Fuertes, María de Estrada, las hermanas Touza… cambiaron la historia y, lo que es más importante, el cuento, ese relato que durante generaciones se nos grabó a fuego y cuyo argumento siempre era el mismo: No eres real si un hombre no te quiere. El romanticismo (el de Hollywood, no el que alumbraron escritoras como Mary Shelley) permitió a los hombres encerrarnos en la cárcel perfecta. No necesitaban rejas porque ninguna quería salir de la jaula. Creíamos que sólo se nos veía si un príncipe nos iluminaba con su luz. Ese concepto era nuestro hada madrina. El sortilegio trazó una historia de melancolía, frustración y desencanto, cuando no de terror. Hay que enseñar a las niñas a creer en sí mismas y no en las hadas. Y, para eso, echo algo de menos. Porque está muy bien reconocer a las mujeres que hicieron historia con mayúsculas, pero no hay que olvidar a las que fueron héroes en su casa —la mayoría— y tuvieron la valentía de vivir sin reconocimientos. España tiene una deuda económica y moral con todas ellas porque gracias a que tuvieron la valentía de ‘perder’ su vida, hoy estamos donde estamos. Fueron ellas las que alumbraron la lucha feminista en sus hijos, las que con sus cuidados lograron que sus familias se subieran al ascensor social e hicieran progresar al país. Renunciaron a contar su historia, pero tuvieron la gallardía de seguir adelante cada día para que lo hicieran sus hijas. A veces, no hay nada más valiente que seguir cuando sabes que tu cuento se escribe a base de renuncias y silencio.

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