Diario de León

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Ha salido el muerto viviente de Valladolid a anunciar que el jueves puede que pase algo. Algo, dice, palabra muy propia para un campo semántico que suele reducirse a amenazar y a proferir. El caso es que mi hijo hace la comunión el sábado y a estas alturas aún no sé si podremos celebrarlo. Casi como lo que puede ocurrir con su cargo y los del resto de procuradores mandarina. Y, sí, se puede hacer peor, pero es difícil.

Venían a hacer a todos los españoles iguales ante la ley, pero en esta Comunidad las diferencias son tan insalvables que hay provincias intocables, intocables que tienen que viajar tres horas para recibir quimioterapia, moribundos a los que la ola naranja no ha procurado la radioterapia, comarcas enteras a las que sigue sin llegar el teléfono y en ocasiones la luz, ciudadanos que lloran porque el fuego se les come por los pies o niños que no tienen cómo llegar a un colegio porque no están en la ruta. Eso es para Ciudadanos la lucha por la igualdad.

Porque hablan mucho de Pablo Iglesias, pero con los sueldos de estos liberales se podrían comprar muchas dachas en Galapagar. No voy a poner los sueldos porque es una ordinariez, pero en una Comunidad en la que la urgencia social se vuelve tenebrosa es una obscenidad recibir casi cien mil euros por presidir la Fundación Villalar, esa con la que iban a acabar y en la que sigue de patrono un leonés. Si, lo sé, hay un tiempo para hablar y otro para callar, pero también hay una que dice que la verdad nos hará libres, dice que dijo David Castaño — «déjennos morir en paz»— cuando anunció que los consultorios no volverá a abrirse, que a partir de ahora, llevarán a los infelices a la silla de la reina hasta la cabecera de comarca para darles la extrema unción.

Así que veníamos a crear ciudadanos y no hemos conseguido más que subsidiados. Para este viaje no necesitábamos tanta frase de Kennedy o Víctor Hugo. No hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su hora. A Ciudadanos le ha llegado la suya.

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