Diario de León

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Es imposible salvar la Navidad. La frase de Alfonso Fernández Mañueco para justificar el cierre de los bares y restoranes podría ser cierta si esta fuera la primera ola, pero no hay nada que salvar cuando todo está perdido, y ustedes lo saben. ¿Qué ayudas se dan a los autónomos aparte de la nada? No me voy a centrar en el absurdo, todo eso de los ICO y demás que sirven únicamente para perseverar en la miseria a una clase que ha sostenido al país y ahora se da cuenta de que para ellos no habrá ningún salvavidas. ¿Qué es un autónomo más que un miembro del proletariado desprotegido? Este nuevo segmento de la economía a punto de desaparecer es el que ha creado empleo, pagado cotizaciones sociales y generado riqueza de la que contabiliza en el PIB. Son legiones de familias que se han vuelto invisibles en su caída al abismo, legiones de hombres, mujeres y niños que mantenían los pilares de la estabilidad social y ahora poblarán las colas del hambre.

Ayer, el Ibex subía un 9%, el mayor ascenso en no sé cuántos quinquenios —acostúmbrense al nuevo lenguaje de madera— de una economía basada en la sangría fiscal y en el derrabe financiero de la obra pública. ¿A quiénes favorecerá el incremento de la Bolsa?

Esta es nuestra guerra. Hace noventa años, la miseria era el denominador común de la población española. Hoy, el bienestar nos ha convertido en damiselas en apuros. Casi nadie tiene la estoicidad emocional para enfrentar lo que está por venir. La Navidad. ¿De verdad alguien piensa que se puede salvar la campaña? ¿Por qué lo llaman gestión cuando en realidad quieren decir miedo y desconcierto? ¿Saben por qué hablan de curvas, mesetas y picos? Para no reconocer que el nuestro es un país pobre, con una sanidad carcomida por la especulación de 18 sistemas sanitarios quebrados y una demagogia tan gigantesca como el déficit que nuestros tataranietos no terminarán de pagar. La primera sanidad del mundo, decían, una conversación telefónica es un acto médico, dicen ahora...

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