Diario de León

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Poco después de que Matías Llorente se bajara de nuevo a los periodistas a costa del tempero, era el ministro de las galaxias el que venía a León a mirar al cielo para disimular que ese viaje no fructificaría en nada, que ni siquiera sabía a qué venía a no ser para ningunear al alcalde y, por lo tanto, a todos cuantos creen que aún es posible revertir la historia de un fracaso. Vamos, que lo de siempre, como Igea el día anterior o dos días antes, que el baile de figurones/figurantes es tan obsceno como las declaraciones que hacen. Ahí estaban todos los que nos han traído hasta aquí hablando de la potencia de la provincia como polo tecnológico y blablabla, que esto parece como Brasil, el país del futuro que siempre lo será.

La pregunta que hay que hacerle a Matías Llorente no es si hay tempero sino si alguna vez él se subirá a la cosechadora para que la tierra no se convierta en un jardín para topos y ratillas. Y la semana que viene, hablaremos del Gobierno ¿se acuerdan? Eso sí que era hablar claro. Pero es que contra Franco se vivía mejor. Para la libertad... es mejor dejarlo para cuando haya tempero. Por cierto ¿quién tiene el poder en la Diputación? No digo el despacho presidencial, digo el poder.

Ahora que las mociones de censura se presentan para no ganarlas, no estaría de más que el partido que acoge al dios de la lluvia presentara una, una moción, que a lo mejor al menos conseguimos saber en qué momento la tierra nos será propicia o cuando será ya un erial.

Una moción, mi reino por una moción; simplemente para que se retraten quienes quiera que sean los que cobran para que León siga en la estacada del desarrollo. Ya sabemos que hay alcaldes que respetan más su bolsillo que al futuro de sus vecinos, pero no estaría de más que lo explicaran en el palacio de los Guzmanes, ahora que la Junta ya ha comenzado a hacer propaganda del movimiento comunero. El poder lo tiene Matías, —¿la UPL?— que dice que no sabe cuándo será que el PSOE se ponga del lado de los buenos.

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