El 8-M pone en claro el cambio de mentalidad a pesar de las carencias
La conmemoración del Día Internacional de la Mujer facilita un año más un importante altavoz al problema de la igualdad. Sin duda, cabe hablar aún de conflictos muy graves puesto que los datos son tozudos y existen demasiados obstáculos que afectan y atan de manera fundamental a las mujeres en el desarrollo de su vida en todos los frentes. Aunque cabe también una lectura más positiva. La implantación a nivel planetario del 8-M está empezando a alterar algunas cosas. A distintas velocidades, pero en función de los países, las sociedades y las culturas. Parece fuera de duda que el camino para conseguir mejorar las cosas es disponer de diagnósticos apropiados, conseguir que se hable de las cosas con franqueza, huir de los tabúes y de esos silencios espesos que tanto daño han hecho.
Con este panorama, cabe evidentemente la crítica hacia la actitud de los grupos promotores de actividades para conmemorar el 8-M y que un año más —incluido León— son incapaces de posicionarse ante la sociedad mostrando unidad. Quizá no sean conscientes del daño que generan con este tipo de actitudes totalmente incompatibles con el mensaje que debería lanzarse en unidad para defender a la mujer en la máxima integridad posible de frentes imaginables.
Quizá el análisis peor llegue desde las nuevas generaciones. Esa tendencia de cambio y de mejoría —al menos en los países occidentales— no se percibe tanto al analizar los estudios y las actitudes sobre los jóvenes y adolescentes. Los viejos clichés parecen de nuevo instalados e incluso agravados, entre otras cosas por esa sensación de libertad ya consolidada que se expande frente a lo que vivieron sus padres, y especialmente sus abuelos, en torno a la necesidad de mantener la alerta y pelear a diario por la vigencia de los derechos de todos y para todos.
El 8-M necesita un reimpulso tras años de torpezas que incluso generan problemas a algunas mujeres que se sienten incómodas. Se intenta avanzar en una concienciación de toda la sociedad. El camino seguramente es el correcto. La clave será impulsar al máximo en la coherencia.