Diario de León

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Ahí donde los ves, los adverbios tienen su peligro. Y de ellos, «el que más tiene es «casi». En una entrevista en TV3, el candidato de Vox a la presidencia de la Generalitat, Ignacio Garriga, se estaba despachando contra el despilfarro en esta institución y le estalló uno. En efecto, allí atan lo público con longaniza y langosta. Pero al preguntársele a cuanto ascendía el presupuesto contestó: «a 27 millones… o 70… 27 creo». La pregunta le pilló de sorpresa, como si a ese que usted sabe le preguntan de qué color es el caballo blanco de Santiago. La periodista le corrigió indignada y estupefacta: «30.000 millones». Entonces, Garriga dejó una frase para la Historia de la Contabilidad: «Pues eso, casi». Hombre, eso tampoco. Si no memorizas las cifras, lleva una chuletina. Hay que prepararse muy bien, no basta con tener labia. No se le preguntó de repente que cantase la lista de reyes godos. Si Guillermo Tell no atraviesa a la manzana sino al niño, o a Ivanhoe que pasaba por allí, no cabe decir «casi acierto». El lenguaje gestual radiografía a cada candidato, pero el verbal es fotomatón. El error de Garriga en sí carece de importancia real, pues todos nos equivocamos, no así lo que revela su reacción al mismo. Por cierto, resulta inaceptable el apedreamiento del que fue víctima en Vic, durante un acto público. Al dar la noticia, algunos medios calificaron a Vox de extrema derecha, y lo es, pero a sus atacantes los denominaron «manifestantes», y eran mucho más que eso. La casi información, no es periodismo.

Aquí seguimos viendo personas sin mascarilla, sobre todo en terrazas. Cada vez menos, pero pocas son muchas. No pretendo llegar a centenario, pero me fastidiaría que me finiquitasen frikis que consideran el coronavirus una noticia falsa o creen que a E.T lo tiene secuestrado la Nasa. Si la autoridad no zanja tal incivismo, este nos zanjará a nosotros. Y sin casi.

En mi juventud, tuve un amigo a quien Cupido hizo enamorarse febrilmente. Aferrado a lo platónico, no salía del soneto llorón y del suspiro en endecasílabos. Siguiendo mi recomendación se declaró. Ella, muy diplomática, le contestó: «Casi me gustas, pero no llegas a gustarme». Pues eso, que diría Garriga. ¡Ay, los adverbios!

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