Diario de León

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En los días lluviosos me salen columnas tristes, y está lloviendo mucho. El otro día, al papa Francisco se le escaparon lágrimas al referirse a la devastación que Putin están llevando a Ucrania, y la fotografía del Pontífice llevándose los dedos a los ojos ha dado la vuelta al mundo. No fueron de desesperación, pues esta es anticristiana, pero hay días en que la carga pesa más. Recientemente, ha explicado que la señal para saber si una decisión ha sido la correcta es que nos acaba dando paz interior, que esta es la forma bajo la cual finalmente el acierto se manifiesta. Si a muchos él nos la dio, también hubo de dársela a él. Todo suma a la buena causa, digamos. Y sí, hay días en que la carga pesa más. Lloró por delegación, eran lágrimas suyas y nuestras. Gracias, pues, santo padre. En los días normales, soy de buen ánimo y sin necesidad de que me haya tocado la lotería. Pero hoy es un día aciago, aunque para usted sea ya ayer. No es solo la guerra contra Ucrania. Unos fanáticos preparaban un golpe de estado en Alemania, como eso fue lo que se experimentó en el asalto al Capitolio. A una privilegiada de la remuneración política, una vicepresidenta del Parlamento Europeo, se le han encontrado bolsas repletas de dinero, provenientes de sobornos de Catar. Y no solo a ella. En fin, no hay que ser analista político para percibir que el valle no tiene aún seco el lagrimal. Amemos mientras podamos.

Estoy cumpliendo mi compromiso de no ver partidos de este mundial. Un pequeño acto de coherencia ética no es solución, millones de ellos quizá sí, pues lo que hay en juego es mucho más que ocio y deporte.

Y León también provoca lágrimas. Cuando llegué en 1985 esta era una tierra en progreso, uno mismo lo era y no solo por juventud. No anhelemos pasado, sino presente. Hoy hace un día aciago, pero pasará, conque voy a poner viejas canciones que me hagan sentir bien. Y si hay que llorar se llora, pues quienes provocan nuestras lágrimas rara vez las derraman ellos. Me pregunto que ha pensado luego el papa de sus propias lágrimas, ¿sintió paz interior? En efecto, si a muchos nos la dio, también hubieron de dárselas a él. Y si hay que llorar… se llora. Qué verde está hoy mi valle de lágrimas.

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