Diario de León

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Siempre he pensado que el arte está para transmitir belleza, para deleitarnos con aquello que se desprende de los trazos y los volúmenes que lo sustentan. Pero el arte es mucho más. Ese poder de transmisión de sentimientos no puede ni debe quedarse en el deleite personal, debe removernos por dentro, hacernos pensar, debatir con nosotros mismos y hacernos reaccionar ante situaciones cuya resolución depende de nosotros. Siempre he defendido que solo a través de la educación que inculquemos a las nuevas generaciones podremos frenar los impactos que el cambio climático provoca en nuestro entorno, y que solo a través de los pequeños gestos o de cambiar nuestros hábitos podremos conseguirlo. Pero la letra no solo con sangre entra, y hay que ir un poco más lejos. La voluntad para cambiar este mundo y hacerlo más sostenible debe entrar desde los sentidos para conquistar nuestro corazón, y eso solo se puede conseguir a través del arte. Por eso es muy recomendable fomentar el llamado arte comprometido, con lo que sea, pero comprometido, como el que desde años desarrolla Isaac Cordal (Pontevedra, 1974) a través de su «little people» que plasma en impactantes fotografías o composiciones con las que expone una realidad innegable, la destrucción, la deshumanización, el desencanto del progreso, la falta de futuro, la desesperanza, las relaciones de poder…todo lo que fomenta la destrucción del planeta en el que vivimos.

Las obras de este gallego universal ya hacen pensar a medio mundo. Sus políticos debatiendo sobre el cambio climático mientras se ahogan en las aguas incontroladas de la gota fría han recorrido el mundo con la intención de hacernos reflexionar en la idea de que mientras nuestros dirigentes se enrocan en debatir soluciones el agua nos llega a todos al cuello.

Por lo menos uno de ellos ya va a dejar de crear cortinas de humo que oculten la realidad de este gran problema mundial, y es que la derrota de Trump es una noticia que debería tomarse como un punto de partida para llegar a consensuar a las grandes potencias mundiales sobre la necesidad de frenar la emisión de los gases invernadero y de sellar un compromiso hacia la economía circular. En definitiva, más Cordal y menos leones saliendo de alcantarillas.

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