Diario de León

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Una cosa es la transición justa y otra la justicia de la transición. Energéticamente hablando. Nunca habrá que dejar de insistir en la deuda histórica que se acumula con las comarcas mineras, desde luego con las leonesas; pero quizá es momento, ya que no lo hicimos a tiempo, de exigir que las cuencas pongan toda la carne en el asador, la que no dejaron escapar o la que atraparon en la ya casi eterna reconversión que ha dado los frutos que nos alumbran. La que les queda o la que quieren tener en el futuro. Al fin, la que decidan ellas mismas, con las herramientas que se les ponen a disposición.

Las bases del futuro energético abren nuevos campos de industria y generación a los que asomarse. Están ahí, al alcance de quienes pongan sobre la mesa méritos suficientes como para optar a un trozo del enorme pastel que se prepara para dar forma al futuro económico de las cuencas mineras. En Castilla y León y a nivel nacional; pero con gigantes expectativas en el multimillonario plan de inversión con el que la Unión Europea prevé saldar las cuentas del saldo a la economía descarbonizada.

Es momento de sacudirse a las plañideras del cierre que ya fue, y captar a los gestores del futuro que debe ser. Si no hay redaños intelectuales y profesionales suficientes entre quienes gestionan este escenario, ya vamos tarde para buscar talentos que muevan un cotarro que no es otro sino el que determinará lo que seremos y hasta dónde podremos llegar.

León está perdiendo un tiempo precioso. La Asturias minera que aún conserva la muleta de la cosa pública despunta ya en proyectos de energías renovables que acumulan miles de empleos y prometen otros tantos más. El Teruel que reclamó su existencia suma proyectos empresariales financiados y representantes específicos en los grandes foros políticos en los que hacer oír una voz que, de momento, suma ya proyectos infinitamente superiores a los de la montaña leonesa, horadada y sembrada de escombros e incertidumbres.

Ojalá no rendida de puñeteras certidumbres de incompetencia y parálisis. Se abre un escenario de años de gran financiación para quienes (obviamente) presenten proyectos capaces de conseguir la confianza de los inversores. ¿Dónde están las propuestas leonesas? ¿Quién las gestiona? ¿Cómo se diseñan?

Dónde, al fin, están las respuestas. Es necesario exigirlas ya. Aquí y ahora.

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