Diario de León

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Le ha venido bien a Manolo Cadenas bajar a los infiernos en una temporada donde el órdago a la grande ha podido salir muy caro. Y ni hace un rato estaba acabado ni ahora es un genio. Simplemente el mito se ha hecho carne y, aunque lo de resucitar le ha costado algo más de tres días, demuestra que no había otro como él para darle la vuelta a la crítica situación de un equipo que ante el Nava, por fin, se puso el traje del Ademar. Nunca se vio el de Valdevimbre en una situación deportiva así en su dilatada carrera en los banquillos y eso no tiene que ser fácil de gestionar. Todos los que se encadenaron a él han terminado crucificándole hasta el punto de asegurar públicamente que si no fuera por su apellido ya estaría de patitas en la calle. Las críticas nunca sientan bien, pero humanizan a cualquiera, incluso a Manolo que por dudar, esta temporada seguro que ha dudado hasta de él mismo en más de una ocasión. Y ese baño de realidad le ha obligado a reinventarse con menos recursos que nunca. Por eso nadie entendía que desaprovechara a un Dragan Soljic que seguro tiene carencias pero que igual acaba siendo el fichaje que tanto esperaba.

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