Diario de León

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Z amora es la que pone en España el índice más grave de despoblación, ninguna otra provincia sangró y sangra tanta gente. Y por larga vecindad y mismo reúma le acompaña León en el segundo lugar de la desgracia hacia el desierto humano; y divino, que tampoco Dios parece asomar librándonos de tanto mal, amenjesús. Significa esto que no dejarán de crecer los desempleados, los parados de larga cuerda y, más que nada, los jubilados, que los hay jubilosos, activos algunos, ociosos de remate los más, achacosos a embute, amargaos unos cuantos y repugnantines un cerro... cascarrabiando, que se dice, al no ofrecérseles más alternativa que penar en su rácana pensión.

Pero a Ernesto Fontanos se le ha aparecido un huerto. Le rezaba. Y ya lo aró ahora que se estrena de jubileta desdeñando esa zanahoria gubernamental de pillar doce mil euros por pencar un año más y retrasar el jubileo, tururú. Su huerto y él. Cerquita de la ciudad, en lo que el tontín llama alfoz. Ponle casi cien metros. Se lo arrienda por 300 euros al año un paisa harto de tener en ocio estéril sus viejas parcelas y praos. Agua tiene de sobra. Y lo demás ya lo sabe: « Cava profundo, echa basura y cágate en los libros de agricultur a».

A Ernesto le repican las vivencias hortelanas con su abuelo en Valderas y por eso sabe que un huerto es el mejor ambulatorio donde espantar males, el mejor gimnasio a mano sin tener que pagar ficha para además no ir, el mejor aire y sol para sanear el fuelle... y la mejor y más barata forma de saber otra vezn a qué sabe una verdura sin pasar por cámaras e intermediarios, añadiéndonos que con la pandemia aterrando por un lado y la crisis arruinando por el otro veremos multiplicarse el huerto de cercanía o resucitar quien lo tenga muerto en su pueblo. Terapia verde. Sensación de autarquía, aunque no lo sea. Y concluyó Fontanos que no hay mejor escape de esta neura general que el «escabuche y manta»; y que ahora solo le falta hilar y tejer como exigió a su pueblo el mahatma Gandhi para que el colonialismo se fuera a vender paños a otro sitio... un detalle, una batalla.

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