Diario de León

Creado:

Actualizado:

Antes de inventarse el teléfono portátil, solo se llamaba móvil a «algo movible» o al «motivo, causa o razón de una cosa». En los juzgados aún se oye a diario: el móvil del crimen, de un delito, el quid pro quo... pero en la calle ya solo significa «teléfono movible», porque si le hubieran bautizado «de bolsillo», como antes a estas cosas, habría que añadirle hoy «y de bolso» por visualizar el género y la pura realidad: que es en esos bolsos donde más reburdia inquieto el maldito móvil con sus tirulirus o destellos (a estas alturas nadie negará que en este tema hay un género más charlatán que otro; y oféndase aquí o insúlteme si le place o desahoga «quien no esté acostumbrado/acostumbrada a bragas y las costuras le hagan llagas»).  

Ha sido un gran invento el móvil, pero más que «un arma cargada de futuro» —así define la poesía Gabriel Celaya—, es un arma cargada de pasado, y eso quiere decir de rencor, aunque recargada después de sueños, algún delirio y mentiras de colores (o cochinas mentiras, mucho más divertidas).  

Viene todo esto a la foto que tengo delante con unos exahustos emigrantes africanos sentados y con mantas en el bordillo de algún centro de acogida o filtro aduanero. Uno manipula un móvil y otro habla por el suyo. Ese es el detalle, el móvil. Siempre aparecen móviles en todo grupo de estampida migratoria, además de camisetas del Barsa.  

Sí, sí, ya, muy pobres, ¡y tienen móvil!, dice atónita y en sorna malvada la tía Rosaura que hay en toda familia.  

¿Y cómo los recargan cruzando mares y desiertos?, ¿tienen cobertura?... ¿cuentan lo que les pasa o pintan un cuento para no matar del disgusto al que oye?... ¿hablan quizá con el paisano o primo que les precedió y les alentó esperándoles en Bélgica, Alemania, España?...  

El contagio migratorio viaja en móvil y a las aldeas remotas de Mali, Senegal, Kenia o Etiopía llegan mensajes y fotos de las tierras prometidas... así que ya tienen dos móviles: el paraíso europeo —su objetivo y razón— y un teléfono para ir contándolo, lo que llamaremos «efecto llamada... perdida».

tracking