Diario de León

Creado:

Actualizado:

La primera aportación de Alberto Núñez Feijóo al hacerse cargo del PP fue la de anunciar que prescindiría del insulto en su relación con los adversarios políticos. Y en ello yo creo que radica el gran cambio de su partido respecto a la etapa de Pablo Casado, quien llegó a agotar el vocabulario improperios, denuestos e invectivas dedicados a Pedro Sánchez.

Feijóo ha cumplido su palabra y además, por duro que arremeta sobre los socios directos e indirectos de Sánchez, tampoco ha deslegitimado a un presidente del Gobierno llegado al cargo por un procedimiento inmaculadamente constitucional. Han quedado atrás esas broncas sesiones parlamentarias que no hacían otra cosa que inflamar gratuitamente la vida política y exacerbar la crispación social. Sin que todo ello haya supuesto renuncia alguna por parte del nuevo PP, que no ha modificado un ápice su férrea oposición al gobierno Sánchez, al que le sigue negando el pal, la sal y la renovación de los órganos constitucionales.

Esta oposición civilizada, que para Vox merecería el calificativo de «derechita cobarde», le ha sentado muy bien al PP, que avanza con paso firme en las encuestas. Desde la auctoritas emanada de sus cuatro mayorías absolutas en Galicia, Feijóo es percibido como un líder sólido dentro de su partido y respetado fuera del mismo, sin los bandazos y complejos de su antecesor en Génova. A diferencia de Casado, que nunca supo dar con la tecla para frenar a Vox, el actual presidente del PP lleva camino de recuperar a los muchos desencantados de su partido fugados hacia el de Abascal. Y lo viene haciendo evitando la confrontación directa, sabedor que en ella el extremismo siempre lleva las de ganar.

Feijóo quiere llegar a La Moncloa y sabe que no tiene encaje que la cuarta economía europea caiga en manos de un gobierno participado por la ultraderecha. En esa perspectiva las elecciones andaluzas resultan claves. El PP huye como gato escaldado de un desenlace como el de Castilla y León, donde el nuevo gobierno de Fernández Mañueco ha quedado a los pies de los caballos de Vox, un socio desleal que antepone sus más espurios intereses partidistas al propio pacto de gobierno. Moreno Bonilla y Feijóo aspiran a una mayoría lo suficientemente amplia para poder gobernar en solitario sin la onerosa hipoteca de una extrema derecha que ya hemos visto que no se apea de sus maximalismos.

Si Vox queda fuera del gobierno andaluz, lo de Castilla y León dejará de ser un precedente para convertirse en un obstáculo a allanar para que Feijóo llegue a La Moncloa. De ahí que ya planee sobre esta comunidad la sombra de unas nuevas elecciones autonómicas anticipadas a coincidir con las municipales de mayo de 2023.

tracking