Diario de León
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Canto rodado | ana gaitero

Esfuerzo, ingenio y un poco de locura. Esa es la receta propuesta por el grupo de profesores y profesoras, hasta 36, que hace unos años iniciaron un proyecto innovador en el IES Ramiro II de La Robla. El objetivo era inocular, con las bendiciones del hidalgo manchego más universal, el hábito y el placer de la lectura en una generación cada vez más apegada a la videoconsola y al ordenador y más alejada de los libros.

Entre las numerosas actividades de incitación a la locura de leer me llamó la atención una: la liberación de libros en zonas públicas, práctica más conocida con el anglicismo bookcrossing y que el Musac experimentó en la ciudad con motivo del día del libro que, entre otras efemérides, se celebró ayer, día de San Villalar.

Liberar libros significa dejarlos a disposición del público en puntos determinados, confiar en que alguien los recoja para leerlos y los reponga para que otras personas disfruten de la lectura. Un acto de generosidad impropio de los tiempos que corren. Pero quizá más necesario que nunca.

Evidentemente el Musac es una caja de resonancia casi global al lado de la pequeña aldea que es la escuela o los institutos. Pero también es más necesario que nunca que se empiecen a valorar las pequeñas grandes acciones que se llevan a cabo en las escuelas porque quizá no produzcan efecto mariposa entre las nuevas generaciones. Dicen que este fenómeno hace que el aleteo de una mariposa hoy en Pekín puede modificar los sistemas climáticos de Nueva York el mes que viene.

A la educación no se le puede cargar con la responsabilidad total del futuro de la ciudadanía, pero todavía quedan maestras y maestros, profesores y profesoras con capacidad para inocular curiosidad, afán de superación, autoestima y capacidad de disfrute en su alumnado. La pena es que no hay oposición que filtre esta valiosa cualidad.

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