Diario de León

No habrá cambio de Gobierno (o el fracaso del rumor)

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

Panorama | antonio papell

El que esté libre de pecado que tire la primera pied ra: la legítima avidez informativa de los periodistas, de un lado, y la marrullería y falta de transparencia general de la clase política, de otro, han convertido el rumor en uno de los elementos noticiosos más codiciados de este país. Por añadidura, la facilidad con que circulan por la Red los objetos mediáticos obliga a una prudencia añadida a la hora de manejar inputs y outputs informativos. Para resumir la ética profesional en un único concepto, puede decirse que es aceptable difundir un rumor aclarando que se trata de una noticia inconsistente y sin contrastar; no lo es ceder a la tentación de dar por cierto aquello que, por repetido, lo parece, sin contrastar plenamente la realidad en las fuentes informativas.

La crisis de gobierno ha rodado estos días como una pelota. Al hilo de la depresión general, que había noqueado en apariencia a Rodríguez Zapatero, se ha mencionad o la remodelación ministerial como tabla de salvación y se han barajado con promiscuidad los nombres de los elegidos y de los cesantes, los presuntos vicepresidentes entrantes y salientes, las altas y las bajas. Se ha llegado a fijar cronológicamente el suceso, apelando al sentido común y a la coyuntura. Sin hacer quizá todo el hincapié necesario en que nombrar y remover ministros es una competencia exclusiva del presidente del Gobierno, que la ejerce a su antojo. Precisamente para que un anuncio prematuro no desactive el potente efecto impactante que siempre tiene un cambio de gobierno. Pues bien: Rodríguez Zapatero, claramente fortalecido por sus propias medidas, que han hecho aflojar la presión de los mercados sobre España, ha informado a su círculo más cercano de poder de que no va a cambiar el gobierno, de que no quiere distraer a la opinión pública con maniobras evasivas en momentos en que todos debemos estar atentos a los sacrificios que se nos requiere. Obviamente, esta rotunda afirmación no quiere decir nada, y en realidad no es ni un desmentido ni una confirmación. Puesto que el jefe del Ejecutivo no ha de dar cuentas a nadie de esta clase de decisiones, hará lo que le convenga cuando le convenga. Lo demás, las especulaciones sobre las señales celestes que puedan indicar movimientos en las altas esferas del poder, son ejercicios que rozan la política rosa, el juego de salón. Probablemente, los medios, que cada vez se distinguen más unos de otros por la capacidad de análisis y por la inteligencia y profundidad de sus disecciones intelectuales de la realidad, deberían desistir de recoger rumores y engrosar el diámetro de la bola de nieve para centrarse en aquella tarea analítica, que es la que busca con más ahínco el lector avisado. De lo que se trata, esta vez, es de ponderar públicamente el desgaste del Gobierno (y de cada ministro en particular); de denunciar las incapacidades manifiestas que se han observado en algún departamento; de poner de manifiesto las candidaturas más apropiadas para los puestos de responsabilidad; de sugerir cambios de estructura que reducirían gastos y que facilitarían la gobernabilidad, etcétera. Pero lo que haga el presidente del Gobierno con esos datos, que sí son objetivos, es exclusivamente su problema, aunque a todos nos afecte, y mucho, su capacidad de acertar. La «no crisis», en fin, constituye un nuevo naufragio del sistema mediático, una parte del cual debería cuidar más su no muy boyante prestigio.

tracking