Diario de León
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El ejército de Pancho Villa ya vela armas. Como cada cuatro años, depurados los díscolos, vuelve a la carga para tomar las urnas, después de un mandato completo en el que han vuelto a confundir el concejo abierto con el patio de vecinos. Ceñudos y fieros recuperan la imagen que perdieron cuando se desmostacharon, terminadas las elecciones, y entraron con las botas limpias a pisar las alfombras de palacio. Pero ahora es momento de prepararse para la foto del cartel, henchido el pecho, con la única consigna común del grito en cuello de León solo: la reinterpretación de la arenga de tierra y libertad que, lejos de perder adeptos, alimenta sin descanso la Junta.

No se pide mucho más para sumarse a filas, ni principios de izquierdas o de derechas —¿existen aún?—, ni otro requisito que, fusil al hombro y canana al cuello, caminar al asalto del fortín de Castilla... Por lo menos, hasta que se cuenten las papeletas suficientes con las siglas UPL como para conseguir una pequeña parcela de poder, que luego se hará valer ante propios y ajenos como aval para hincar el diente a la tajada con más carne.

La tropa afronta el nuevo cuatrienio sin más diezma que la purga interna con la que se laminó a Joaquín Otero, quien busca ahora acomodo en cuarteles más populares, acostumbrado al ritmo de trabajo del guardagujas de la Vía de Plata. Repiten casi todos los capitanes de plaza, que tampoco son muchos después de que en el 2007 David Fernández e Ismael Lorenzana rindieran al PP Valverde de la Virgen y Sariegos, respectivamente. Dos feudos que dejaron como única bandera en el alfoz la presencia sinuosa de Lázaro García Bayón; el terrateniente a quien Chamorro —que carga además con la culpa de mantenerle en nómina del Ayuntamiento de León sin que acuda a su puesto de trabajo— no se ha atrevido a depurar pese a las peticiones continuas de militantes y cargos que han amenazado con apearse del caballo. Un ejército que está convencido de que los disparos del actual regidor de Villaquilambre irán con retroceso para la UPL y sólo le servirán para reeditar espacio en el Palacio de los Guzmanes, donde ha sido una presencia tan útil para el partido como los cuadros de la galería de ex presidentes.

Cuando oigan los tiros suban el volumen del corrido que cada cuatro años cantan PP y PSOE: «Si Adelita se fuera con otro...»

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