Diario de León
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Los cuatro mil votos a mayores que Otero le sacó en la línea de meta a Chamorro en la última consulta electoral van camino de convertirse en una reliquia para los analistas, como el dedo incorrupto de los santos. Cosa mala para el albacea de la sigla leonesista por excelencia que ahora le recuerden que en la ciudad de León, en los barrios y en el centro, tuvo cuatro mil papeletas menos que el ángel luego expulsado del paraíso, del partido, donde hace un frío del copón.

Eso de cambiar de partido en el colegio electoral según se trate de elegir al alcalde o al canciller, al procurador o al pedáneo, es fenómeno extendido también entre el electorado de la rosa leonesa, reticente hasta para rendir pleitesía en los mítines y en la pegada de carteles. De eso sabe Ángel Villalba, que cuando penaba como aspirante a presidir la Junta de Castilla y León fue a algún acto electoral en la provincia leonesa donde si había un retrato del candidato era el de la foto del DNI del propio Villalba. El caso de los socialistas hasta ahora fue inverso al síntoma de desafecto que sufrió Chamorro entre los fieles del leonesismo. Los candidatos a alcaldes reciben más apoyos que los cabeza de cartel que van a la urna naranja.

El cuentavotos ya está de nuevo en circulación. Sus augurios llegan a los oídos de Óscar López, ahora en la ruleta de apuestas entre el electorado crítico del graderío socialista leonés, donde se cotiza cinco a uno que los resultados del segoviano no igualarán la plusmarca electoral del actual gestor de Feve en el año 2007. Se van a escuchar las carcajadas desde el Transcantábrico, pronostican en el club de fans de que cualquier tiempo pasado fue mejor.

Aserto incuestionable en el caso de la UPL, que ahora solo tiene la certidumbre de que su poder saldrá loncheado en la cita del 22 de mayo. Otra merma de capital para Chamorro, que acaba de elegir una salida demasiado previsible para justificar ante su electorado cuatro años de connivencia con el PSOE, advertido como estuvo del riesgo de absorción de ideas, argumentos y razones que corría en ese viaje. El vicealcalde gritó que a su socio le crecía la nariz nada más ver que el edificio del leonesismo que se construyó sobre la base de la U de unión y la L de Leonés está en ruinas. Chamorro querría ahora que todo su problema fueran los 4.000 votos que le sacó Otero en 2007.

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