Diario de León
León

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A dónde irán los tipos repeinados, aquellos que vivieron estos años trufados con poder; a dónde escaparán tras las intrigas, los votos de castigo y rebeldía, y las papeletas que tachaban a Carrasco; a dónde correrán los de la insidia que vaticinaron la desgracia electoral cuando vieron a Gutiérrez candidato; a dónde emigrarán los que untaron la manteca municipal, los pregoneros financiados por la causa, los poetas que alfombraron la ciudad con ripios del poderoso, los del usted no sabe con quién habla, los cesantes criados con alpiste burocrático. Los altaneros del abuso del poder. A dónde los balcones tintados del coche oficial, o aquellos que se vieron inmortales. A dónde los que olvidaron refugiarse de las crecidas que siempre llevan agua turbia y quedaron el domingo a la otra orilla del Bernesga; corretean río abajo apresurados, en busca de un remanso para regresar al abrigo arrebatado. Los otros, entrenados desde antaño a bailar entre dos aguas, recrean escenarios de encuentros fortuitos con el próximo inquilino de la séptima de Ordoño. Se encargan ediciones ya agotadas de la guía de costumbres de Santa Olaja de la Varga, sus festejos populares, sus gentes, su pasado lustroso y vadiniense; devoran biografías no autorizadas sobre Don Emilio, el gran desconocido hasta hace una hora, de cómo un ex vicepresidente de la Diputación se hizo Guadiana para ir de la política y volver entronizado entre portazos de duques y marqueses del PP. (Se recomienda la versión actualizada, sin prólogo de Díez y Díez). Todo, con el fin de que la coincidencia forzada con disimulo, ese ¡hombre Emilio, qué tal, no te acuerdas de mí, vaya repaso que les hemos dado! aporte mecha para prender en algo fructífero. Desde el lunes, los trenes de Feve llegan a Cistierna -"al fin una buena noticia en medio siglo para la montaña del Esla-" repletos de curiosos interesados en ver por dónde correteó de mozo el sobrevenido alcalde. Cualquier cosa ayudará para intimar.

A Gutiérrez se le advierte reluciente entre el gentío, en busca de la patente del torno giratorio que se instaló en el Palacio de los Guzmanes para cambiar hábitos en Ordoño, esquina Alfonso V, y meter en camisa a funcionarios malcriados. Se le ve discreto en la victoria y solemne ante los focos; distante de las manadas de ñús que se precipitan sobre el Mara, ajeno a la estampida que ha causado en la ciudad donde hacía mucho que no pasaba nada.

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