Diario de León
León

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E n León sólo crecen los cementerios; la cosa está embalada a tal velocidad que vamos camino del final que le aconteció a la familia Buen-día. Sin exagerar, cualquier momento aparece en prensa junto a los clasificados de contactos -”Leire Pajín mediante-” un anuncio de casting en busca de leoneses. La productora que costeó los reportajes sobre los Yanomamis y los pueblos celtíberos para colocárselos a la tele pública en esas sobremesas muertas del día Jueves Santo y Nuestra Señora de agosto está interesada en el evento. Buscar leoneses en un casting va a resultar más fácil que lograrlos a través del INE. Y si el casting es para supervivientes, mejor.

León ha cogido la vereda de Soria, y no precisamente por la cañada real que queda desde la sagrada Mesta, que tanto hambre mató; la vista de los despoblados leoneses no encuentra más respuesta positiva que la no menos ocurrente «cuanto menos seamos, a más tocamos». Así es que a repartir cuanto antes.

El se buscan leoneses se puede insertar en el anuncio del casting junto a un irónico «se buscan héroes». Nadie duda que después de cómo ha llovido y ha nevado en los últimos treinta años, después de no quedar lugar en el mundo en el que dar cobijo a la diáspora, la Unesco podría institucionalizar a cada leonés como patrimonio de la Humanidad. Por aguantar. A todos, salvo Zapatero y un par de esos otros que nombró escuderos, los que no se sometieron a esa prueba estigma para todos los neonatos en este punto del Mundo: el niño al nacer contra una piedra. Y el que aguanta hace la mili.

Eliminados los leoneses quedará un problema menos para los políticos que ahora les ha dado fuerte con eso de eliminar el territorio y la Diputación, que dicen que cuesta dinero (lo argumenta uno que se coloca más de 70.000 euros por ir a Valladolid a cantar rapsodias en las Cortes). Uno no dormía por saber cómo nos iban a llamar una vez que diluyeran la única institución que, además de la madre, da apego a la tierra. Por ejemplo: uno de Calatayud cuando el PSOE se lleve por delante la Diputación de Zaragoza, se puede denominar aragonés. Uno de Vigo, cuando ocurra lo mismo en Pontevedra, gallego. ¿Y uno de Villagatón? ¿Y de Villamol? ¿Y al de Astorga? ¡Ah! Es que entonces vendrá el señor del INE, llamará en León y no habrá quien responda: ¡Ursus! ¡Ursus!

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