Diario de León
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León

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u Las próximas elecciones generales dan para mucho y los internautas expresan sus sentimientos y sus sensaciones, como hace José María Babot Vizcaíno que habla abiertamente de lo dicho por el candidato del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, cuando comparó la gestión que del Prestige hizo Mariano Rajoy, con la que el hizo de la crisis de los controladores aéreos. «¿A quién van a votar los ciudadanos, a Rajoy con la crisis del Prestige, o a mí que me enfrenté a la crisis de los controladores aéreos?», dijo el candidato, lo que le da pie a José María Babot para recordar a Rubalcaba que «la crisis del Prestige está acabada y felizmente terminada, y la crisis de los controladores todavía está por resolver. Ahora bien, el presentarse a esta crisis de los controladores, echándoles a los militares encima, amenazándoles con echarles a la calle, o a la cárcel, quitarles los emolumentos, embargarles todo, eso es sencillo, tal como lo hacían Stalin e Hitler, o lo están haciendo los Castros, los Gadafi, o los Chavez que en el mundo corren. Este segundón político, algo debe haber hecho mal o no sería tan famoso, y lo que ha hecho mal, a escondidas y en silencio, todos los españoles lo sabemos en su totalidad. Solo es cuestión de tiempo para que se le descubra con claridad meridiana lo que tiene escondido. Siempre se excusa, y el excusarse antes de ocasión, es culparse. Va, ahora, con modales y gestos de no haber hecho algún mal en su vida. El orgullo que tiene le delata, ¿no sabe que el orgullo, es el complemento de la ignorancia?, aunque él, de ignorante no tiene nada. Las cosas las hace bien pensadas y estudiadas, con alevosía y premeditación. No se le escapa nada, aunque luego se descubra su mala fe. No se da cuenta de que las personas somos como la luna,que siempre tenemos un lado oscuro que no se enseña a nadie, y Pérez lo tiene, ¡¡Vaya si lo tiene!!».

u Pero, sin duda, si hay un tema que nunca cae el olvido es el de la Memoria Histórica, que Julio Ortega Fraile de Vigo, trae a colación a raíz de la polémica sobre el Valle de los Caídos. «Tengo memoria —escribe el internauta—. No es que sea gran cosa pero me he ido apañando con ella. En el colegio los profesores me decían que la ejercitase para recordar conceptos. Lo que jamás me pidieron es que renegase de utilizarla y que en su lugar me reconciliase con fechas, fórmulas, capitales, ríos o tratados aunque nunca los pudiese citar. Y no lo hice ni lo haré, pues no creo que la amnesia sea la elección más conveniente para el ser humano y menos cuando hablamos de crímenes. Tal vez sí para los verdugos, pero esos jamás merecen la misma consideración que las víctimas. Pretender, como algunos ahora, que el Valle de los Caídos sea un símbolo de reconciliación, me parece simplemente obsceno, un escupir sobre los represaliados de la historia reciente afirmando que la saliva es bálsamo para sus huesos descarnados.

Y eso lo hacen los que ensalzan la figura de un criminal con miles de muertos en su haber. Pero más patético y doloroso resulta todavía que sigan tan inmundo ejemplo políticos de esto que llaman democracia. Los asesinatos, antes que de reconciliación, necesitan de justicia. Y ésta, más allá de aplicarle la pena a los culpables, pasa también por reparar en la medida de lo posible a los damnificados. Claro está que no vamos a sacar de sus nichos a los responsables, — fallecidos como están la mayoría (no todos y alguno me viene a esa memoria que quieren que pierda) — pero sigue habiendo miles de restos humanos en fosas, vestigios óseos de fusilados por oponerse al fascismo o por simples venganzas, padres, madres, hermanos y abuelos que sus familias están en pleno derecho de recuperar. No puede haber reconciliación a través de un olvido impuesto e interesado».

u Y, todavía hoy, los internautas recuerdan la acampada de indignados que tomó Laciana. María Ángeles Rodríguez García, de la montaña occidental leonesa, y de familia minera se dirige a ellos como hermana, hija, nieta y biznieta de mineros. «Conozco —asegura— de primera mano la problemática histórica del sector. Estos días no dejo de sorprenderme con las afirmaciones de los acampados del 15—M de Sosas de Laciana. Dicen que quieren informar sobre el impacto medioambiental del cielo abierto y desenmascarar una trama corrupta que impide que la comarca prospere y se desligue del carbón. Investigando un poco en las redes sociales, que tanto alimentan estos movimientos, he podido comprobar que los más mal informados son ellos.

Nadie les ha explicado que en Laciana la reconversión laboral no es tan fácil como defienden. En una zona de montaña, bastante poblada, donde pocas industrias son viables y el sector turístico es limitado, es imposible crear empleo para tanta gente de la noche a la mañana.

La Cordillera Cantábrica prospero al abrigo las minas, las cuales siguen siendo su principal sustento. Si la minería está condenada a la desaparición como se augura, aún da trabajo a mucha gente (incluido el cielo abierto) y evita que tengamos que emigrar masivamente. Somos los habitantes de Laciana, Babia, el Bierzo, etc. los principales interesados en que se cuide el medio y se cumplan las leyes, pues es nuestra tierra y nuestro futuro».

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