Diario de León

RÍO ARRIBA

Valladolid, otra vez

Publicado por
MIGUEL PAZ CABANAS
León

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¿Se acuerdan de aquella joven de origen leonés desposada con no sé qué hijo del antiguo monarca de Libia y que presuntamente estaba destinada a desplazar del trono al mismísimo Gaddafi? Pues, por lo visto y a pesar del espacio que le dedicó nuestra prensa local, está desaparecida. Todo lo contrario que la mujer de Nick Clegg, el líder liberal cuya alianza está permitiendo gobernar a Cameron en la pérfida Albión y que, según los tabloides ingleses, es quien marca realmente los tiempos políticos de su marido. Una mujer excepcional, a lo que parece, pero que resulta que es de Valladolid. Dirán ustedes que es una casualidad, pero yo veo en el asunto una conspiración antileonesista. Si tenemos en cuenta que son los anglosajones quienes nos miran a los PIGS por encima del hombro, resulta cuando menos sospechoso. De su forma de ver el mundo ha salido ese modelo neoliberal adicto a los bonos basura y alérgico a cualquier tipo de regulación. A los latinos ya nos tienen calificados de gandules y, si me apuran, de victimistas incontrolados: algo parecido a como nos miran desde la capital de la Comunidad. Habría que tomar algún tipo de medida. No sé, quizás alguno de esos mozos o mozas leoneses que se han visto abocados a trabajar, precisamente, en tierras inglesas, podría buscar vincularse a la realeza británica. No digo que sea fácil (empezando por encharcar el hígado con gintonics), pero algo habrá que intentar. Corren tiempos difíciles para la lírica y la clemencia, y aquí el que no espabile va a acabar a base de yogures. Griegos, se entiende. Si alguien de Pucela ha triunfado entre los inventores del pudding, va a ser que también podemos hacerlo nosotros. Al fin y al cabo, aquí acabamos cerrando las minas, como la Thatcher. La globalización tiene esas cosas, todo está lleno de vasos comunicantes. Que veamos el vaso medio lleno o medio vacío depende ya de cada uno. Nuestro problema es que la ley de la botella la dictan en Valladolid. Y no lo digo en broma. Habrá que quitarse, en cualquier caso, tanta caraja y ser más resueltos. A falta de reinas libias o consortes monegascas, nos queda la cecina. Parafraseando a Marañón, a un pueblo capaz de inventar algo así hay que perdonarle todo.

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