Una imputación que se hacía imprescindible

La decisión del juez de imputar a la infanta Cristina en el caso Nóos no debe sorprender a nadie a la luz de los datos que se han ido desvelando en los últimos meses. La exigencia de que la ley es igual para todos los españoles que había proclamado el Rey en su primer discurso navideño tras estallar el caso Urdangarín debía hacerse realidad y con este paso se hace bueno ese requisito.

La infanta Cristina ha sido imputada y precisamente según el sistema legal español ésta es la mejor fórmula para que pueda defenderse de las acusaciones. Una imputación no es ningún caso una condena, es el paso con el que se concreta la existencia de indicios y que abre la puerta para que se investigue directamente a esa persona. Con esa situación procesal la hija del Rey tendrá que comparecer ante el juez, momento en el que tendrá la oportunidad de aclarar si tuvo alguna participación en las actividades presuntamente ilícitas por las que se investiga a su marido.

La decisión del magistrado balear es un nuevo varapalo para don Juan Carlos y en general para la Corona. Pero también supone un importante mensaje hacia la ciudadanía sobre que no existe impunidad para nadie, algo que se hace muy necesario en unos momentos en los que el goteo de nuevos casos de corrupción es casi diario.

La imputación no es una sentencia ni mucho menos, pero sí es el paso lógico y lícito si como asegura el juez del caso Nóos hay 14 indicios concretos contra la infanta.