Diario de León

DESDE MI PALOMAR por JOSÉ LUIS PRADA

La mente… ¡es increíble!...

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León

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Hoy voy a tratar un tema muy personal, tal vez demasiado… Entenderé al lector que pueda decir «y a mí qué coño me importa un problema personal tuyo», bueno, pues a pesar de ello lo voy a hacer, me apetece… Desde hace más de 20 años hago un análisis clínico por lo menos una vez al año para ir viendo cómo evolucionan mi glucosa, ácido úrico, colesterol, el GOT, el GPT, los triglicéridos… etc, etc… más o menos siempre estuve al tanto y controlando de alguna manera cómo iban evolucionando… A partir del año 2004, hace 9 años, empecé a controlar también el PSA, un parámetro que siempre había oído decir que se deberían de medir y tener en cuenta todos los hombres a partir de los 50 años, más o menos. Bien, pues vi que, poco a poco, el dichoso PSA iba subiendo de una manera paulatina… de 2 cuando empecé a controlarlo a 4 en marzo del 2010. A partir de esa fecha, por propia iniciativa, hice los análisis con más frecuencia, cada tres meses, viendo como en cada uno iba subiendo hasta llegar a 5,89 de PSA en julio del 2011. Yo sabía que a partir de ciertos niveles el tema era para tener en cuenta y preocuparse por ello, no obviarlo… Visita a don Jesús García el urólogo y… sí, era correcta y lógica la preocupación… ¡Biopsia al canto! Y diagnóstico seguido: «adenocarcinoma de próstata», en una palabra, simple y llanamente «cáncer». Cuando me lo decía el médico lo dijo de una manera normal, natural, como si tal cosa… y así lo tomé, con normalidad, no me causó ninguna sorpresa… pues por sentido común ya había asumido que podía estar gestando un cáncer… lo tomé como un contratiempo más de los muchos, muchísimos que hay que «apencar» a lo largo de la vida… ¡Hombre! La verdad es que me alegré interiormente por ver que aquel interés mío por los análisis periódicos no era ninguna «carallada», como alguien me dijo en su momento… pues sin tener ni padecer ni sufrir síntoma alguno ya me podía enfrentar y «agarrar el toro por los cuernos», con toda la fuerza que podría emplear en cualquier otro proyecto ilusionante… ¡a tope!... ¡faltaría más!, bueno… me «ablandé» un poco el día que junté al personal de la empresa para decírselo, ¡ojo! pero no por mí, sino por ver los gestos cariacontecidos de todos ellos… fue un instante de debilidad… el único que note, durante este tiempo…

Tratamiento específico, durante un mes más 39 sesiones de radioterapia, ni una más ni una menos, ¡39! ¿?¿? Las hice en Madrid, en la Clínica Anderson, podía haberlas hecho en León o en Valladolid a elegir (gracias al seguro médico de Caser que tenemos en la empresa desde hace años). Me decidí por Madrid porque pensé que durante casi dos meses podía tomar unas vacaciones y aprovechar aquella circunstancia única…

Fue una experiencia buenísima ya que tenía todo el día libre a excepción de la hora y media que me llevaba el ir y venir para hacer la terapia diaria. Iba andando ¡claro!, después sesiones de 2-3 horas de andar a tope por la Casa de Campo y El Retiro con Ricardo o por el Monte Garabitas de Pozuelo con Paco, el de la franquicia de Madrid, visita a museos, teatros… ¡uf! ¡lo que Madrid ofrece!... si se sabe aprovechar… y muy importante, gastando muy poco, lo mínimo. Ya pasó un año y por eso os cuento esto; aquel cáncer ya está casi olvidado y superado… de momento… ¿después?... Dios proveerá… Lo importante (y ahí quería llegar) es que nunca se debe uno de afligir ni de compadecerte ni de aplanarte ni acobardarse. Hay que echar mano de la lógica más elemental y tener claro que tú eres un caso más entre los miles y miles que tienen que «jugar» con Él… En ese «juego», en «esa partida» «mano a mano» tú tienes casi siempre cartas para ganar, no todas ¡claro!, sino no habría partida… y no tendría emoción «el juego»… La baza más importante que tenemos a nuestra disposición para usarla y jugar con «ventaja» es nuestra mente, es increíble el poder que tiene, está muy por encima del cuerpo que la alberga ya que ese cuerpo se rige y actúa casi casi como un esclavo ante el poder omnipresente de esa mente, que controla, domina y distribuye las órdenes a su antojo… No cabe duda, nuestra mente «es la hostia»…

Ya sé que todo esto que escribo hoy es muy personal y un tanto cotidiano, ¡hay tantos casos que conocemos a nuestro alrededor! Diréis que éste es uno más… De acuerdo, pero seré feliz si a una sola persona este escrito le puede ayudar y servir de algo…

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