Diario de León
León

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En estos tiempos en los que cada vez cuesta más acordarse de la última ocasión que no pintaron bastos existe una conjución de ruidos que no siempre facilita el discernimiento de las cosas. Al inmenso zumbido generado por los que repiten sin descanso que «no hay otra opción posible» se une el de quienes nos aseguran que todo es un acabose premeditado por quienes «quieren acabar con todo». Un ruido tremendo, con cansino reproche cruzado de pensamiento único, que complica en demasiadas ocasiones el poder poner las cosas en su sitio, aunque ni todo ni todos son iguales —por suerte— ni muchísimo menos.

Y en medio de todo esto se nos ha colado, pero curiosamente sin grandes altavoces, algo que en una situación de normalidad habría sido una bomba de relojería: la amenaza de cierre de la central térmica de Compostilla II. La experiencia dicta que este tipo de anticipos que poco a poco se van convirtiendo en parte de la rutina de cafés e informativos acaban consolidándose en realidades después de acumular decenas de desmentidos y de dimes y diretes. Eso es lo más terrible del caso.

Pero en el fondo de todo esto hay un problema de falta de discernimiento que hace equiparables demasiadas cosas sin que se alcance la perspectiva necesaria para evaluar realidades y consecuencias. Tanto augurio de que el lobo asoma ya sus orejas —como se ha reiterado en los últimos tiempos y aplicado a temas de medio pelo— lleva a que la anestesia general derivada de todo ese ruido impida ahora un punto de reacción equilibrado para cada asunto.

Lo de los presidentes del gobierno de la democracia y la historia de Endesa recuerda al juego tradicional de los dedos del bebé. Uno empezó a vender acciones, otro la privatizó, otro zanjó la posible vuelta atrás liquidando la acción de oro... Y el lío fue tan gordo entre quienes se la querían zampar que los dos grandes partidos optaron por jugársela en un cuerpo a cuerpo entre sus amigos alemanes, italianos o con derecho a café y cruasán en La Moncloa.

Compostilla es hoy por hoy el gran motor que tira del Bierzo e incluso de alguno de sus valles próximos. La suma de todo lo que genera es realmente ingente. Nada comparable a esos otros asuntos en cuya defensa tantas fuerzas se dejan unos y los de enfrente. Pero recordar el aniversario de Ponce de León, los 200 años de la Diputación o que en León hubo unas cortes democráticas??? hace 900 años es lo que marca la agenda.

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