Diario de León
León

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Ah, la voz humana, ese prodigio de la evolución. Empezamos con gruñidos, allá en Atapuerca, y ahora hay quien canta las cuarenta. O se las cantan. Dice el secretario autonómico del PSOE, Julio Villarrubia, que los socialistas leoneses deben ser generosos para no «dar más el cante» con sus desavenencias. Ahí estuvo fino. Tablao municipal con sangría, bulerías del paquismo y demás lolailolailo. ¡Ozú!, que diría un amigo mío de Villalfeide! Claro que no son los únicos en darlo. En Fabero, un trabajador municipal ha pintado de negro la escultura al minero, símbolo de la localidad, obra de Higinio Vázquez. Fue para representar que el sector está de luto. La intención era buena, incluso excelente, pero el resultado ha sido todo un cante. Si lo hacen en Nueva York con la Estatua de la Libertad se lía otra Guerra de Secesión. Los socialistas faberenses han protestado. El regidor —el popular Cerezales— achaca la ocurrencia al «exceso de celo». Los trabajos de limpieza comenzarán el lunes. Que se den prisa, se enteran las televisiones extranjeras y se vuelven a desternillar de nosotros en sus informativos, como con la restauración chapucera —en Borja— del Ecce Homo. Luego nos molesta que en el Informe Pisa se diga que nuestro sistema educativo desafina.

Hablando de Atapuerca, han secuenciado ya el ADN del homínido más antiguo que se conoce: 400.000 años. «En el conocimiento sólo hay progreso cuando se encuentra lo inesperado», dice el codirector del yacimiento arqueológico, Juan Luis Arsuaga. Inesperado hasta cierto punto, algunas evoluciones estaban cantadas. Se veía venir que de los guturales «uf, gruf, pluf» íbamos a llegar al «campeones, campeones, oé, oé, oé». Los humanos de esta zona de Europa tenemos parientes mucho más lejanos de lo que hasta ahora se creía. Al parecer, de los remotos montes siberianos. La evolución viaja en puente aéreo. Ya lo escribió Jardiel: «Espérame en Siberia, vida mía».

Pero con eso de pedirle a su partido que no siga dando el cante, Villarrubia se refería a otra clase de partitura, casi tan ancestral como la condición humana: al cantazo. Menos mal que todos somos de León, contentos de ser de aquí. ¡Si los Coros de Nabuco levantasen la cabeza!

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