Diario de León
León

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Volver a casa por Navidad se asienta como reclamo para llenar León por esta fechas. Una estrategia comercial que tiende espejismos por las calles en las que por unos días se junta cola para cruzar en el paso de peatones de Ordoño II con Independencia. Un escenario con iluminación en el que uno se puede encontrar a los compañeros del colegio que se marcharon a buscar trabajo porque aquí no había, a los vecinos de casa de tus padres que emigraron en el primer recorte de Antibióticos, a la novia de la universidad que trabaja en un laboratorio en Oxford, a los primos que se hicieron vascos, catalanes o castellanos para comer. El No-Do de una provincia que en esta época se reconoce más por lo que podía haber sido que por lo que será. Un León que se consume en la pereza de sus políticos grises, armados todos con bayetinas en los pies para que a cada paso que dan borren los rayones que hacen sus partidos en el parqué, como la estrategia para acabar por detrás con las juntas vecinales. Un León adornado con eslóganes de Cuna del parlamentarismo descubiertos ocho siglos después por quienes, hace apenas una década, despachaban la historia del Reino de León en cuatro líneas del libro de historia dictado por la Consejería de Educación de la Junta. Un León anquilosado en los modos de una casta social endogámica que acapara primeros planos como lo hicieron sus abuelos y los abuelos de sus abuelos por reunir el mayor número de requisitos del perfil del eleteuve (Leonés de toda la Vida): abad semanasantero, presidente de sociedad recreativa, directivo del palco de la Cultural, concejal o nieto de concejal con banda cruzada en el pecho, consejero de la Caja, vocal de la Fele con bono para lucir coppertone, empresario de Porsche Cayenne con el capó marcado de hormigón por haberlo aparcado sin miedo debajo de la obra, miembro respetado de una organización benéfica con mesa petitoria, administrador de la comunidad de vecinos y portavoz de la asociación de padres. Un título que se reconoce la primera vez que gritan en público estos-no-saben-quién-soy-yo. Los mismos a los que siempre les toca la lotería, los que se intercambian favores desde hace décadas para perpetuarse, ahora en el poder, ahora en la sombra, y condicionar el rumbo de León a su beneficio. Los que reparten el turrón.

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