Diario de León
León

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Desde su primera línea esta columna debería ser una columna navideña. Qué más quisiera. Antes debo corregir un gazapo cometido en la anterior. Verán, les comenté el pasado viernes que mi banquete de boda lo había celebrado en Villaquilambre. Hermosa localidad, sin duda, pero no fue ahí donde nos corearon «¡que se besen, que se besen!». Cuando lo advertí, ya con el periódico en la mano, le dije a mi mujer: «He puesto Villaquilambre en vez de en Valdevimbre, je, je, je, qué tontería ¿no?» Ella puso la expresión que las mujeres ponen en estos casos, que intensificaba a medida que fui estropeándolo: «¿Tampoco fue en Valdevimbre?...Pues por uve empezaba... Mira que si al final va a ser cierto que nos casamos en Las Vegas, vestidos de Elvis, y ya no me acordaba». Esto le pasa al señor Pucci y lo arregla con un porsche, o si ya no quedan en el concesionario, con dos purasangres. Uno es más de pedírselo a los reyes. O sea, de reconocer la equivocación y de hacer propósito de enmienda, en la columna y en casa. En 2009, Zapatero durante una rueda de prensa con el presidente ruso Dimitri Medvedev en vez de apoyar dijo el verbo preferido de Paquirrín, y todavía Wyoming en su reciente entrevista a nuestro paisano le recordó aquel lapsus linguae. Algunos lo de la memoria histórica se lo toman por donde no es. Rectifico, pues, abochornado y sin más rodeos: nuestro banquete de bodas fue en Cembranos. Ricos embutidos. Pero mejor no les detallo el menú no vaya a volver a liarla.

Ah, nuestros errores. En sus diversos géneros, el periodismo es el arte de no equivocarse demasiado. Admitido queda el mío. No porque hacerlo sea de sabios, ni siquiera de listillos, sino porque al césar hay que darle lo que es del césar. Y a Cembranos lo que es de Cembranos.

Y ahora sí, con el puñado de palabras que me quedan concluiré en clave navideña. Aunque, ¿hay tema más navideño que la familia? Gracia a la luz que emana, millones de españoles están viviendo de forma menos angustiosa los efectos de la crisis. Pero tus raíces no son sólo los tuyos. Fraternidad viene de frater (hermano). Feliz Navidad, pues, hermano lector. La tinta, impresa o digital, es también un lazo de sangre. Y en esto, créeme, ya no hay gazapo.

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