Diario de León

SEGURIDAD Y DERECHOS HUMANOS por ARTURO PEREIRA

Ariel Sharon «Arik»

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La reciente muerte de Ariel Sharon, en Israel conocido cariñosamente como «Arik» ha ocupado las portadas de la prensa internacional. El diario británico The Times o el estadounidense The New York Times se han referido a él como un halcón de la política israelí. El propio diario judío Haaretz ha publicado diversos artículos de opinión con títulos como: «Ariel Sharon: el campeón de la controversia» o «La contradictoria vida y legado de Sharon».

Se trata de una de esas personas que no dejan indiferente a nadie. Tenía una personalidad que le resultó muy útil para ejercer el liderazgo, tanto en el ámbito militar como en el político. Su carácter le hacía imposible pasar desapercibido. Incluso su físico, el de una persona robusta, no le permitía que los demás se manifestaran indiferentes ante su presencia.

Se ha escrito mucho sobre este hombre, un sector de la sociedad israelí lo reconoció como uno de los salvadores de la patria judía cuando en diversas ocasiones, especialmente en la Guerra del Yom Kippur en 1973, su energía y resolución permitió que las unidades bajo su mando estuvieran operativas en tiempo record y pudieran frenar el ataque egipcio. No todo el mundo en Israel tiene la misma devoción por Sharon. Algunos sectores la sociedad israelí lo consideraban demasiado beligerante en los asuntos relacionados con el pueblo palestino. Entendían que sus políticas no eran acertadas par resolver el problema que enfrenta a ambos pueblos.

Los palestinos tienen una opinión muy negativa de Ariel Sharon, fundamentalmente porque le hacen responsable de la muerte de más de dos mil personas de los campos de refugiados de Sabra y Chatila en 1982 siendo ministro de defensa. Los resultados de la comisión de investigación creada para investigar sus responsabilidades le llevaron a su dimisión aunque no participó directamente en los hechos.

Como otros muchos líderes israelíes, la vida de Sharon tuvo una doble vertiente la militar y la política. Es difícil no tener una trayectoria militar en Israel. Es más si no has combatido por tu patria, es difícil que goces del prestigio suficiente para alcanzar las más altas responsabilidades. Sharon participó en todas las guerras de Israel, desde la de la de la independencia en 1948, hasta que decidió dedicarse por completo a la política.

Su vida no fue fácil, se casó dos veces y ambas esposas fallecieron. Sufrió uno de los mayores dramas que a un padre le puede ocurrir. A uno de sus hijos de once años se le disparó accidentalmente una vieja pistola con la que estaba jugando. No llegó vivo al hospital falleciendo en brazos de su padre. Quizás estos hechos marcaron definitivamente su personalidad. Quienes le conocían afirman que no era un hombre muy dado a relajarse ni entre su círculo de colaboradores. Sin llegar a ser descortés, era reservado y siempre estaba pensando en el trabajo.

Su prestigio como militar se lo ganó como consecuencia de los resultados obtenidos. Su iniciativa, coraje y tácticas, no siempre muy de acuerdo con los jefes de estado mayor, le granjearon enfrentamientos con el mismísimo Moshe Dayan. Defensor de la guerra de movimiento y partidario de mantener siempre la iniciativa, en ocasiones no se ceñía estrictamente a las órdenes recibidas y esto en el ámbito militar no es muy bien recibido.

Sirvió en unidades de élite como comandos y paracaidistas y no cabe duda de que esto también marcó su carácter. Sus logros como militar son incuestionables. Su propia forma de hablar y andar daban muestra de esa decisión de carácter y determinación para conseguir los objetivos marcados.

Como político no cabe duda, y esto es innato al ámbito político, a diferencia del militar, su vida fue menos lineal, más llena de sutilezas. La necesidad de pactar, de tomar decisiones impuestas por la política internacional o ceder en aspectos que él consideraba como capitales para el Estado de Israel, le atribuyeron unos matices que moldearon su personalidad como militar.

Marcó varias líneas rojas en sus relaciones con los países árabes. Una de las que él consideraba más importantes era el acceso a las armas nucleares. Entendía que si los árabes adquirían este tipo de armas el futuro de Israel prácticamente no existiría. No se negó a hablar de paz, incluso inició el proceso de retirada de asentamientos judíos para conseguirla. Esto le tuvo que costar gran parte de una salud que comenzaba a resquebrajarse y que le falló cuando las encuestas le eran favorables a su candidatura como primer ministro.

Visto desde fuera de Israel, Sharon pudiera parecernos ese hombre contundente en sus declaraciones y enérgico en la toma de decisiones. Un análisis más detallado a través de la bibliografía, prensa y testimonios de personas que le conocieron nos da una visión más amplia de este hombre. Se puede concluir que era un hombre con una personalidad llena de matices, pero que siempre tuvo muy claro cual era su principal misión. Siempre antepuso Israel a cualquier otra consideración y esta lealtad a su patria es un valor que deja en segundo término todas las demás consideraciones sobre sus servicios al pueblo de Israel. Lo hecho, hecho está y lo que «Arik» hizo por su patria ahí está.

Para saber más: Warrior. Autor: David Chanoff and Ariel Sharon. Edición de Simon and Schuter Paperback.

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