Diario de León
Publicado por
emilio gancedo
León

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No hace bien España insistiendo y porfiando con la integración europea, no. Puestos a elegir, creo sinceramente que deberíamos escoger la India como país en el que mirarnos, reconocernos y aprender cosas útiles sobre nosotros mismos. Porque tenemos mucho más que ver, ande va a parar. Allí adoran a la vaca y aquí el animal totémico —al menos hasta que está listo para el descabello— es el toro. Ellos adoran a cientos de deidades y en nuestro caso, infinitos santos patronos nos sirven de excusa para las fiestas del pueblo. El curry viene a ser una especie de azafrán picante. Las bailarinas de Bollywood equivalen a unas sevillanas con menos faralaes y más remeneo caderil. Desperezarse de la siesta se puede parecer a ciertas posturas de yoga. Pero aquello en lo que verdaderamente nos asemejamos, aquello hacia lo que caminamos con paso firme en este país, es hacia un eficaz y ventajosísimo sistema de castas.

Uno nace en familia humilde y morirá humilde, y pronto además, dado que nunca podrá pagarse una Sanidad digna. Uno nace hijo de tendero, de pastor, de escayolista o lo que fuere, y tendrá que seguir sus pasos, por supuesto agradecido; sí señor, sí bwana , lo que mande el señorito. Uno nace rico e influyente y entonces el mundo y sus pobladores se extenderán a sus pies como una alfombra. Puede apartar dineros de aquí y de allá (¿recuerdan a cierto presidente balear excusar su actuación con el Duquesito mencionando la sublime obviedad de que él ‘es quien es’?), embolsarse cantidades sonrojantes sin mover un dedo —sólo por sentarse ante largas mesas de caoba, por ejemplo las de las Cajas hoy exprimidas— o incurrir en delitos de los que salen airosos y hasta sonrientes (¿no resulta extraño, como mínimo, que a cualquier juez que pretenda investigar a uno de estos peces gordos se le someta a persecución, se le rodee y acose hasta el puro derribo?). Cuando son imputados, las causas se alargan hasta el infinito, y cuando son denunciados, mueven maquinaria engrasada con miedos y cobardías para ocultar sus tejemanejes y castigar con dureza a los insectos que se han atrevido a cuestionar su poder.

Son los ‘intocables’.

Como en la India. Pero al revés.

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