La voz de los internautas

u M. Luisa Álvarez escribe sobre lo que llama « La gran estafa leonesa »: «La razón de mi escrito es denunciar el estado de indefensión en el que nos encontramos los ciudadanos ante abusos de todo tipo y por parte de cualquiera que goce de un cierto poder. Aunque vivo en Madrid visito con regularidad León por ser mi ciudad natal. El 17 de febrero decidí acudir a un centro de reconocimientos para renovar el carnet de conducir. Una vez realizados el reconocimiento y los trámites aboné 107,20 euros. De vuelta a Madrid al comentar lo que me había costado, la primera reacción de mis conocidos fue ‘te han timado’. Efectivamente, esa es la palabra. A todas las personas a las que he preguntado que recientemente han renovado el carnet en Madrid, el importe abonado oscila entre 55 y 65 euros, gran diferencia respecto a León. Para comprobar si, como pensaba, me habían timado en el centro al que había ido, llamé a otro de los cuatro centros que aparecen en la ciudad de León en una página de Internet, y cual no será mi sorpresa cuando me informan de que el importe por los reconocimientos es de 107,20 euros».

u Pablo Fernández escribe sobre « El sinsentido de las pintadas »: «Soy leonés y capitán de la marina mercante. Dado mi trabajo, no paso tanto tiempo en León como me gustaría, pero siempre que puedo saco algún día para venir a mi ciudad y perderme paseando por sus calles. Desde hace años, León se ve muy afectada por lo que algunos llaman arte urbano. Yo lo único que veo son paredes mancilladas, zonas degradadas por las pintadas, y autoridades que no pueden o no quieren actuar firmemente contra el problema. Por si fuera poco, en mis últimas visitas he visto que proliferan pintadas con el símbolo de la hoz y el martillo. Dadas las caractrísticas de los trazos, (hecho rápido, como con prisa) me atrevo a aventurar que son obra de un único ‘artista’. Aparte de la propia degradación que produce una pintada, me asombra que en la España del siglo XXI pueda haber quien sienta nostalgia por esos regímenes. En los barcos navegan muchos tripulantes de Europa del Este y su opinión es unánime: Sólo quien no haya vivido, o sufrido más bien, un régimen comunista, puede ser comunista. Me gustaría preguntarle a nuestro artista anónimo (¿puedo llamarle marrano?) si sabe en qué dirección se producía el flujo migratorio entre las dos Alemanias cuando éstas estaban divididas, si el «telón de acero» (si es que sabe lo que era eso) era para evitar que desde la Europa occidental huyéramos en masa hacia el «paraiso del proletariado», o si piensa que los Surcoreanos quieren ir al norte...».