Diario de León

LA SEMANA

Quietos, parados, hasta después de las europeas

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campo vidal
León

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Superada —es un decir— la prueba del pleno catalán en el Congreso, todo parece quedar para después de las elecciones europeas. El 25 de mayo hay fotografía electoral, que vale más que una encuesta, y el Gobierno no quiere mover ficha antes. Si por Rajoy fuera, no se movería ficha alguna nunca, porque participa de un estilo que Miguel Ángel Aguilar retrató así: «No es lo mismo registrar que gobernar». El presidente prefiere que las cosas las arregle el tiempo por más que esté demostrado —por ejemplo, en el contencioso catalán— que más bien las envenena.

Lo que pasa es que bajo esa impresión de parálisis, el Gobierno va aprobando cosas y, de paso, estropeando las que puede. Véase si no, el área del ministro de Justicia Ruiz Gallardón. Sacó lo del aborto para devolver España a 1985; reforma ahora la administración de justicia con rechazo de las asociaciones de magistrados y se dice «no» a la justicia universal. La primera consecuencia es que hay que dejar salir de la cárcel a ocho peligrosos narcos y paralizar tres abordajes de narcobuques. Felicidades. Jueces desconcertados y fuerzas de seguridad desoladas. Entretanto, el ministro de Industria, Soria, amparado en una sentencia del Supremo muy discutida jurídicamente por los expertos, cierra nueve canales de TDT y levanta el sector en armas. Inadmisible en un sector ya castigado por la caída de la publicidad, los despidos y el cierre de algunas televisiones públicas: Canal Nou vende sus equipos para asegurarse que si llega otro gobierno no pueda reabrirse; Telemadrid estuvo al borde de la desaparición hace dos semanas si la sentencia le hubiera obligado a la readmisión de los despedidos del ERE. Y TVE tiene gravísimas dificultades financieras que ponen en riesgo su continuidad. Con ese trasfondo, el ministro Soria, que ya enervó al sector eléctrico, la emprende ahora con el audiovisual.

Pero nada es suficiente para que Rajoy tome decisiones por arriba. Sale un ministro hacia Europa, Arias Cañete, que aprovecha la rueda de prensa de Moncloa para hacer campaña, pero no se mueve una cartera más. De nuevo se remite a después de las europeas. Algunos asesores recomiendan no dar un paso en lo de Cataluña para no favorecer a Vox Populi, la formación de la ultraderecha, y a Rosa Díez, que aún no se sabe bien donde está. Pero lo cierto es que la bancada del PP aplaudió a Rubalcaba, algo insólito, que acababa de proponer diálogo y reforma constitucional para encajar bien las piezas territoriales en España. Se puede interpretar este aplauso como se quiera, pero nótese que no se aplaudió a Rosa Díez que llegaba con un discurso más inmovilista. Se premiaba al mejor discurso en aquel debate —y conste que Rajoy aquel día se esmeró— que dejaba clara la idea de una España unida pero proponía reformas justamente para consolidarla. ¿Enlaza ese aplauso con el hartazgo de las bases del PP de que no se tomen decisiones? Algunos sueñan, que el Gobierno, sin presión electoral inmediata, se avenga a dialogar en serio en verano sobre algún tipo de reforma constitucional que encauce una solución para Cataluña.

Entretanto, para que no decaiga llega el fandango de la izquierda andaluza en el poder. Enfrentamiento máximo entre PSOE e Izquierda Unida, o mejor entre Susana Diaz y alguna de las corrientes de U. En la propia Junta se aprecian dos: mientras el consejero de Turismo da ejemplo diario de responsabilidad y buena gobernanza, la consejera la de Vivienda se salta una lista de espera de doce mil familias y reparte viviendas sociales a un grupo de okupas. Extraño conflicto, de entrada, porque el problema de la vivienda en esa capital corresponde afrontarlo en primera instancia al alcalde Zoilo, del PP. Así que Semana Santa alterada en Sevilla pero, acabe como acabe, consolidación de Susana Diaz porque defiende gobernar con legalidad. Y además —no lo olvidemos— parece capaz de tomar decisiones.

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