León de personas

No le den más rodeos, señores políticos de los partidos nacionales. Si las nuevas alternativas de voto han sido respaldadas es porque, resulta de cajón, hay quienes se sienten representados por ellas. No culpen sólo a la crisis. Si no hay dinero para obras de infraestructura se pueden construir afectos, solidaridades y atenciones. No todo cuesta dinero. Por ejemplo, ser amable es gratis. Gratis y, además, efi caz. Emilio Gutiérrez, alcalde de León en medio de una crisis económica sin precedentes, no está permitiendo que la actividad municipal quede paralizada por tal condicionante. Este caso sucedió hace unos días: un matrimonio, ambos parados y con cinco hijos pequeños, tiene un proyecto de autoempleo cuya puesta en marcha se ve inesperadamente frenada por un requisito que admite interpretaciones. En el área de Cruz Roja de Ayuda al Autoempleo les recomiendan, ante su angustiosa situación, que escriban una carta al alcalde y que la lleven en mano. Una vez allí, la secretaria les dice: «Les recibe encantado, pero permítanme hacer antes una llamada a la concejalía correspondiente». Enseguida fueron atendidos por la concejala de Urbanismo y les solucionó el problema, no sólo con efi cacia sino con afecto. Lo que les parecía un revés insalvable, cuando empezaban a ver la luz al fi nal del túnel, quedó solventado. Salieron del Ayuntamiento con la sensación de que habían sido tratados por personas y como personas. No fue necesaria una partida extraordinaria, sino un rato.

No estoy ensalzando siglas, sino actitudes. En todos los partidos hay quienes sienten su vocación como una oportunidad para ayudar a los demás. Así vive la suya Cruz Roja. O Cáritas. ¿Alguien duda que el socialista Pérez Ruiz, fallecido hace unos días, dio lo mejor de sus capacidades a León, de las humanas y de las profesionales? Las nuevas alternativas de voto fueron respaldadas por quienes no se sienten representados por las «clásicas». Quizá, no siempre fue así. Y si los grandes partidos siguen subestimando las capacidades de sus «pequeños» rivales, incluso las de aquellos de extrema izquierda, habrá estruendosos batacazos electorales. Urge una democracia de prójimos, no de estadística. En decir, de buenas personas.