Diario de León

EDITORIAL: La pasividad del Gobierno vuelve a poner en pie de guerra a la minería

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Las movilizaciones de los trabajadores de la Hullera Vasco Leonesa vuelven a poner sobre la mesa y en la inquietud social la extraordinaria preocupación en la provincia por el futuro del carbón. La situación generada por la inacción del Gobierno obliga a la Vasco a despedir a 200 trabajadores de las subcontratas que operan en el Flanco Sur para trasladar a esa explotación a los 400 de la plantilla que la companía tenía en Pozo Emilio y pretende recuperar en agosto tras seis meses sometidos a un expediente de regulación de empleo.

El origen del problema es que las eléctricas, que tienen comprometido un cupo anual de compra de 850.000 toneladas de la producción de la HVL, sólo han adquirido en seis meses 128.000 y lógicamente es imposible que cumplan la previsión que hacía viable la actividad minera. No deja de ser ciertamente paradójico que la térmica de La Robla, ubicada a sólo unos pocos kilómetros de la mina y a la que debe proveer junto a las de Compostilla y Guardo, se encuentre prácticamente paralizada desde hace meses y sólo recibiese 14.000 de las 192.000 toneladas asignadas para el primer semestre. Si las térmicas no compran, las mineras no facturan, pero entre unas y otras media —debería hacerlo— el Ministerio de Industria, contra el que ahora disparan las eléctricas al acusarlo de no permitirles introducir en el sistema eléctrico la energía producida por el carbón por la alta capacidad de las hidráulicas y eólicas. Es justamente la suficiencia de la producción de esas renovables lo que mantiene prácticamente inactivas a las centrales, que reiteran su negativa a cumplir el compromiso de compra del mineral.

Y mientras tanto, el Gobierno calla y hace oídos sordos a unas y a otras. Y a las justificadas protestas de los trabajadores, sacudidos además por la división sindical.

Es, pues, una decisión puramente política la que debería tomar el Ministerio de Industria. Pero, una vez más, no lo va a hacer porque esa actitud está en el ADN de su actual titular, José Manuel Soria, impasible ante una situación en la que las empreas mineras que pasaron por un concurso de acreedores están ahora en liquidación y las que siguen sin ayudas y sin facturación —es el caso de la Vasco— entrarán más pronto que tarde en un proceso concursal que parece inevitable. Y todo eso con los trabajadores del sector, todavía unos cuantos centenares, agotando ya las prestaciones sociales por desempleo y de nuevo a punto de estallar. No sólo asiste impasible al incumplimiento del decreto de suministro, sino que no desarrolla el reglamento del Plan del Carbón firmado en octubre y ni siquiera convoca las ayudas de 2014. Hay otras maneras de dejar morir a la minería que la inacción, pero seguramente no serán tan crueles ni tan cobardes.

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