Diario de León

TRIBUNA

¿Enseñanza en casa o en la escuela?

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No hace mucho he oído por televisión las explicaciones de una familia que educaba a sus hijos en casa. Entendían que era el método más acomodado a sus intereses y en nada perjudicaba la integración de los hijos en la sociedad. A mí desde la distancia me pareció que estaban excluidos de la cadena social de un país. Vivían como aislados, como en una burbuja, por más que lo quisieran disimular.

Acceder a este tipo de enseñanza sería como retroceder a tiempos inmemoriales —que no son tan lejanos—, cuando estudiaban unos pocos, generalmente los hijos de la clase rica. No puede generalizarse esta manera de entender la educación en las artes. Si ahora estamos luchando porque países subdesarrollados creen escuelas donde se eduquen los niños; si clamamos cuando leemos que hay niños que a una edad prematura cogen las armas o se van a buscar la vida…, ¿qué sentido tiene la educación en casa?

Educar en casa, como si fuera una clase particular, quizá tenga la ventaja de que los alumnos aprovechan más el tiempo, avanzan más, pero tiene grandes inconvenientes, entre otros el económico. Se necesitaría un maestro para cada familia. Además, el factor social pesa mucho en el aprendizaje. Si no vemos bien la separación de niños y niñas, como antaño, peor estaría esta disgregación por familias. Si esto fuera general, igualmente, haría falta una homologación que respondiera a unos criterios de exigencia y nivel. Por lo tanto, por encima de cualquier sistema habría alguien —Estado o no— que tendría que dictar unos mínimos y unos tribunales que tendría que corroborar este nivel de exigencia. En resumen, un caos.

Ya hay cierto revuelo con el actual sistema de enseñanza aprendizaje, dado que muchas autonomías hacen de su capa un sayo y tiran por donde mejor les va. A pesar de que hay un decreto de mínimos el sentir general es que no se cumple y que cada gobierno menor quiere hacerse notar y se sale de lo establecido imponiendo sus normas.

Si esto es así, ¿qué pasaría si cada familia tuviera su baremo? No parece convincente la enseñanza en casa como fuente única de aprendizaje.

Esto no excluye la responsabilidad de la familia a la hora de colaborar con el profesorado. Ni mucho menos. La casa, los padres o un profesor particular han de apoyar la enseñanza desarrollada en el colegio. Es el complemento ideal. Hay alumnos que no rinden igual y necesitan un apoyo en casa. Hay alumnos que van más despacio y necesitan un tiempo mayor. La casa es la prolongación de ese primer acto del aprendizaje. Indispensable.

No podemos avanzar en ciertos campos por libre. Bajo la tutela de expertos en educación, pedagogía y contenidos, se hacen los planes que van a servir para baremar un nivel de enseñanza. Gracias a eso acoplamos desarrollo evolutivo y capacidad intelectual. Y ponemos unos límites y unos grados. Todo está inventado. Y si bien es cierto que hay personas que no necesitan quemar estas etapas para llegar a ser lumbreras (un escritor no tiene por qué ser licenciado ni doctor), lo normal es que los estudios nos vayan colocando a cada uno en su sitio. Esto es así o debería ser así. Los estudios deberían ser el factor determinante de cara a una u otra profesión.

Si aceptamos estos principios, salvando cualquier discriminación de sexo o poder adquisitivo, hemos de convenir que la enseñanza no puede realizarse fuera de la escuela. Por razones sociales, ya que es una reproducción de lo que será el día de mañana la sociedad. Por razones educativas, tendrá que haber unos mínimos exigibles homologables a todos los escolares de un país. Por razones monetarias, porque sería insostenible un sistema con profesores particulares para cada familia.

Ignoro el grado de extensión de esta práctica en España o fuera de aquí. Y no pongo en duda la excelente preparación de estos escolares. Pero se salva porque son un porcentaje insignificante. Y no parece que tenga futuro. Sería como retroceder al comienzo de los tiempos, aquellos en los que solo estudiaban unos pocos y esos pocos eran los hijos de los poderosos. No equivoquemos el camino. Quizá hoy convendrá adecuarse a los tiempos, abrirse al mundo tecnológico, avanzar hacia el aprendizaje compartido, enseñar a buscar documentación, orientar las capacidades y exigir compromiso y esfuerzo. Solo así tendremos una escuela de calidad y futuro y nadie se querrá quedar en casa.

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